De enemigo a aliado: cómo hacer las paces con el maquillaje
Confieso que me he enganchado al maquillaje. No es que antes fuera a cara lavada, pero durante muchos años me limité a usar lo estrictamente necesario, incluso llegué a pensar que usarlo en exceso iba en contra de ese incansable anhelo de mejorar mi autoestima. ¡Qué equivocada estaba! Con el tiempo he hecho las paces con muchas de las cosas que me atormentaban, sobre todo con aquellas que, sin darme cuenta, me había autoimpuesto, y el disfrutar de un buen maquillaje —con su base, su corrector, contorno incluido, sombras, eyeliner y un labial— es una de ellas.
He decidido que me dan igual las arrugas. Estoy aprendiendo a sacarle provecho a mis ojazos, mientras que los expertos me dan trucos para disimular la pérdida de definición del óvalo facial, y esto me ha devuelto la confianza en mí, y no sólo porque me vea mejor, que también, sino porque me ha hecho conectar con el disfrute a través de la parte lúdica que encierra el arte del maquillaje. Daniel García, Make-up artist de REVIDERM España, coincide con este enfoque: “El maquillaje representa una declaración de quiénes somos en cada momento o de quiénes queremos ser. No se trata de corregir defectos, sino de resaltar nuestra singularidad y de cómo nos sentimos. No hay nada malo en querer ocultar un granito o una mancha, pero el verdadero poder del maquillaje radica en su capacidad para conectarnos con nuestra autoexpresión y confianza interna”.
En este sentido, resulta curioso que Jesús Gones y José María Romero, maquilladores de Salón Oramai, han observado que es poco común que alguien decida empezar a maquillarse si no se siente bien consigo mismo, ya que creen que necesitamos recuperar un poco de autoestima antes de querer maquillarnos. “Cuando nos empezamos a ver más atractivos, incluso sin maquillaje, nos interesa embellecernos aún más. Por ejemplo, después de percibir una leve mejoría en nuestra piel, nuestro cabello o algún rasgo, compramos un nuevo pintalabios o experimentamos con una base. Este proceso refuerza el momento de mejora y nos impulsa a seguir cuidándonos. Es un círculo positivo”.
¿Es el maquillador uno más de nuestros terapeutas?
No tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que una sesión con un buen maquillador, puede ser equiparable a una hora de psicólogo. Banalidades aparte, si tenemos en cuenta que frente a nosotras se encuentra una persona empeñada en destacar nuestros mejores rasgos y en hacernos sentir mejor, el resultado puede ser tan positivo que puede que nos sorprenda. Daniel García corrobora mi hipótesis al confesarme que su trabajo no consiste solo simplemente aplicar productos, sino comprender lo que el maquillaje significa para cada persona. “A menudo me encuentro con clientas que vienen con unas expectativas o percepción errónea de lo que significa el maquillaje y vienen solicitando que ‘las vuelva guapas’, cómo si antes del servicio de maquillaje no lo fueran. Siempre les digo: ‘No hay belleza estándar, la belleza es como tú la sientes’«. Para él lo primero es siempre conectar emocionalmente con la persona, entender sus deseos y necesidades, y ayudarles a descubrir estilos que verdaderamente resuenen con su identidad. “Les animo a explorar y experimentar, especialmente en momentos de soledad, donde pueden jugar con diferentes estilos sin el juicio de los demás. La idea es que descubran diferentes versiones de sí mismas a través del maquillaje, rompiendo con barreras autoimpuestas y prejuicios sobre lo que ‘debería ser’ el maquillaje”.
Desde Oramai también apuestan por ver el maquillaje como un vehículo para expresar nuestra individualidad. “Este proceso puede elevar la autoestima porque la persona está disfrutando de su habilidad creativa y del resultado final, más allá de cómo los demás perciban su apariencia”.
Menos drama y más juego
En mi experiencia aprendí a desdramatizar el maquillaje y a entender que la verdadera confianza no me la da ni me la quita un corrector. “Me gusta recordarles a mis clientas que la vida es demasiado importante como para tomársela en serio. Con el maquillaje pasa lo mismo. Esta perspectiva permite liberar el pleno potencial del maquillaje como herramienta de crecimiento personal y bienestar emocional”, afirma Daniel García, quien nos comparte cómo lleva a la práctica este concepto: