¿Es la medicina estética una buena idea tras un cambio de vida?

Medicina estética y cambios vitales

Antes, tras una ruptura o cambio vital, muchas veces acudíamos a la peluquería y pedíamos un cambio de look para, de alguna manera, externalizar una transformación más interior y profunda. O simplemente para hacer un ‘corto y cambio’. Vida nueva, pelo nuevo. “Hazme algo diferente, necesito cambiar”, decíamos a nuestro peluquero o peluquera de confianza, esos consejeros vitales que siempre están presentes en etapas importantes de nuestra vida (si les profesamos cierta fidelidad). Ahora, el panorama ha cambiado, y con la democratización de la medicina estética, la tentación de sustituir el corte de pelo por un protocolo de este tipo es grande. Y todo ello en un contexto muy particular, según confirman ciertos datos. Por un lado está la influencia de las redes sociales: según la compañía farmacéutica especializada en ácido hialurónico IBSA Derma, en torno a un 85% de contenido en Instagram acerca de rellenos y tratamientos estéticos no está divulgado por médicos sino por creadores de contenido e influencers. Y por otro, el hecho de que la edad de iniciación a este tipo de tratamientos ha bajado considerablemente (según datos de la Sociedad Española de Medicina Estética hace una década la edad era 35 y en 2022 bajó a 20). Si a eso le sumamos la facilidad de acceso que hay ahora en este terreno (tanto de visibilidad como de precios), que la medicina estética pueda surgir como respuesta a este tipo de situaciones y considerarse una herramienta emocional en determinados momentos es una realidad. Y plantea una conversación interesante al respecto en la que pacientes y médicos tienen un papel importante. ¿Es buena idea recurrir a ella en pleno proceso de cambio? ¿O es preferible esperar?

La importancia de analizar desde dónde surge el deseo

La psicóloga clínica Brígida H. Madsen invita a la reflexión reposada, pero sin descartar la posibilidad de ayuda que tiene verse mejor a nivel físico en un momento de cambio o incertidumbre. “Un retoque estético es bienvenido si es algo que tú deseas y siempre que respete tu expresión y tu esencia, en manos de buenos profesionales. Dicho esto, es importante pararse a pensar desde dónde lo hacemos. A veces esta necesidad surge de forma imperativa en un momento en el que estamos atravesando un cambio vital importante, como puede ser una ruptura sentimental o una maternidad reciente. Mi consejo es pararse a analizar si este deseo surge desde la necesidad de reducir un malestar emocional preexistente, que es lo que realmente hay que atender y no desviar nuestra atención hacia lo estético”. Por eso, la psicóloga insiste en la idea de que esa decisión se practique en el momento correcto. “Te sentirás mucho mejor con el resultado de tu elección si lo llevas a cabo en un momento de crecimiento personal, de bienestar, de apertura al cambio y a la vida que te espera”.

El papel determinante de los médicos estéticos

En esta situación es tremendamente importante el papel que juegan los profesionales de la medicina estética cuando un paciente acude a su consulta con ganas de cambio. La doctora Carla Barber, fundadora de las clínicas de medicina estética y wellaging Clínicas Barber, insiste en la necesidad de que el médico se convierta en un compañero honesto que sepa analizar la situación de cada paciente. “Nuestra responsabilidad como médicos es cuidar al paciente, y eso también implica saber decir que NO. A veces un paciente acude convencido de que necesita un tratamiento o un retoque concreto porque ha visto algo en redes sociales o porque compara su aspecto con el de otras personas. Pero, al realizar la valoración médica, vemos que no hay ninguna indicación real o que el resultado no aportaría un beneficio. En esos casos, preferimos no hacerlo porque el paciente no necesita ese tratamiento. Y existen otras ocasiones en las que el motivo por el que el paciente solicita un tratamiento no es estético, sino emocional. Vemos personas atravesando rupturas, duelos, momentos de inseguridad o estrés que buscan en la medicina estética una solución rápida a un malestar interno. En esos casos, es fundamental detectar que el problema no está en su rostro, sino en cómo se están viendo. Nuestra labor es acompañarles, escucharles y, si lo consideramos necesario, recomendarles esperar o trabajar primero ese aspecto emocional. A veces basta con una conversación honesta, explicarles que no necesitan cambiar nada, o que es mejor posponerlo hasta sentirse más estables. El objetivo de la medicina estética no es borrar emociones, sino ayudar a que la persona se sienta bien consigo misma”.



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Farándula y Moda

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