¿Es menos inflamatorio el café con leche de avena o de vaca?
Conozco a muchas personas de mi alrededor que piden el café con leche de avena plenamente convencidas de que es mucho más saludable que la de vaca. Así lo hemos creído durante mucho tiempo. Yo incluida, que he cedido a la presión de grupo y he intentando por activa y por pasiva acostumbrarme al sabor de esa leche, previamente haciendo un trabajo de campo en el supermercado para elegir solo las que tienen agua y avena sin azúcares añadidos (spoiler: no es fácil). También he probado con otras vegetales como la de almendras o soja, pero he fallado en todos los intentos. He dado por perdida esta batalla porque disfruto plenamente del café con leche de vaca, pero ya que he tirado la toalla, he querido saber más de esa corriente que demoniza la leche de origen animal por su supuesto contenido en antibióticos y, sobre todo, responder a la pregunta del titular de este artículo, ya que tomo dos o tres cafés a lo largo el día y la inflamación (sobre todo la abdominal) es una de mis preocupaciones beauty. Hablamos de ello con la nutricionista Laura Parada, autora del libro Qué nos mueve a comer así (Universo de Letras).
La leche de vaca: ¿inflamatoria o antiinflamatoria?
Para empezar, la experta confirma lo que ratifican otros tantos expertos en nutrición: “La leche de vaca y sus productos lácteos de origen orgánico y sin aditivos son un buen alimento si no se es intolerante a la lactosa. Los lácteos nos aportan calcio y minerales como magnesio, fósforo, así como vitaminas A y B, proteínas, carbohidratos y grasas, en diferentes proporciones según el producto lácteo”. Por tanto, en principio, la leche es un alimento completo y más si tenemos en cuenta que la caseína, la proteína de la leche, aumenta la absorción del calcio. Si bien la leche de vaca no es imprescindible en la dieta y el calcio puede obtenerse de otras maneras –los vegetales y frutas como brócoli, espinacas y naranjas lo tienen, pero en menor medida, señala Parada–, puede tomarse sin problema si no hay alergias o intolerancias.
Si nos centramos en el tema de la inflamación, Parada cierra filas: “En los últimos años ha surgido mucha información sobre la leche de vaca que no es del todo cierta, como su relación con la inflamación. Se suele escuchar que la leche es un alimento proinflamatorio, que provoca aumentos en los marcadores inflamatorios e inflamación en todo el cuerpo. Sin embargo, numerosos estudios han demostrado que la leche y los productos lácteos no lo son, y de hecho, pueden ser antiinflamatorios en algunas condiciones de salud. Precisamente un metaanálisis reciente confirmó nuevamente que no había evidencia de que la leche provoque inflamación”, insiste.
Es cierto, según la experta, que los efectos negativos de los lácteos y la creencia de que la leche está cargada de hormonas y antibióticos tiene relación con las “modificaciones industriales de la producción moderna de los productos lácteos, como, por ejemplo, la utilización de antibióticos en animales, los piensos suministrados, la utilización de aditivos y el refinamiento de los productos para su venta, como su agregado en alimentos ultraprocesados”. Pero también es cierto, según un artículo de Marta Comas, nutricionista del Hospital Quirónsalud Barcelona, que por ley está prohibido que contenga antibióticos y hormonas, “así como también está prohibido administrar sustancias para fomentar el crecimiento y producción de leche. El sistema está regulado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) que anualmente publica un informe con los resultados de controles realizados periódicamente en los alimentos”.
El incremento del consuno de leche sin lactosa
Otra cosa es que la leche cause inflamación y molestias porque se tenga una intolerancia a la lactosa. “Las personas que tienen esta intolerancia no pueden digerir el azúcar (lactosa) que contiene la leche, generando molestos síntomas gastrointestinales. La intolerancia a la lactosa se origina cuando el intestino delgado no produce una cantidad suficiente de una enzima (lactasa), la que permite digerir el azúcar de la leche (lactosa). Si se padece una deficiencia de lactasa, la lactosa de los alimentos lácteos se desplaza hasta el colon en lugar de procesarse y absorberse. En el colon, las bacterias comunes interactúan con la lactosa no digerida, lo que provoca molestos síntomas”, explica Parada. Pero también es cierto que en muchas ocasiones esa intolerancia primaria suele responder a dietas exentas de lactosa o con bajo contenido en ella. Por tanto, retirar de forma espontánea la lactosa de la dieta puede generar esa intolerancia.
Leche de vaca, ¿entera o semidesnatada?
La otra gran pregunta para los incondicionales del café con leche como yo. Para Parada, y otros tantos expertos en nutrición, lo más recomendable son las versiones enteras, pero en casos en los que se consume cantidades mayores se recomienda la leche semidesnatada. “Durante los últimos años, los productos lácteos enteros han sido estigmatizados erróneamente como una opción poco saludable por su alto contenido de grasa saturada. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que, en realidad, las grasas presentes en los productos lácteos enteros pueden ayudar a combatir las cardiopatías y otras enfermedades cardiovasculares si se consumen con moderación dentro de una dieta equilibrada. Además, la grasa presente en los lácteos es necesaria para múltiples funciones en nuestro organismo, como lo es el transporte y absorción de vitaminas liposolubles (vitamina A, D, E, K)”, añade la nutricionista.
¿Es mejor la leche fresca?
Otra corriente (basta con mirar los estantes de los supermercados) es el ague de las leches frescas. En principio elegir entre una fresca pasteurizada (en botella y refrigerada) y una leche UHT (normalmente en brick y no refrigerada) es más una cuestión de gustos, aunque Parada recalca en algunas pequeñas diferencias. “Respecto a su comparativa nutricional ambas poseen la misma composición nutricional (cantidad de proteínas, grasa y lactosa). Pero la única diferencia apreciable es que la leche UHT al pasar por un tratamiento térmico más agresivo puede perder una cantidad de vitaminas, principalmente las del grupo B. Aunque muchas marcas igualmente enriquecen la leche devolviéndole parte de estas vitaminas. La diferencia más notable puede ser en su sabor y en el precio”, puntualiza.