A medio camino entre Valencia y Barcelona, la comarca de Matarraña puede presumir de tener todo lo que le plazca: rutas donde la naturaleza es la auténtica protagonista, pueblos medievales con encanto y una gastronomía que sabe a aceite, a vino, melocotón, a quesos y cómo no- a embutidos. Nada como unos días de deleite por esta joya rural del Bajo Aragón histórico para desconectar de la rutina y del bullicio de la gran ciudad.
¿Por dónde empezar? Por la capital de la comarca, por supuesto. Valderrobres tiene un sinfín de atractivos que lo convierten en el punto de partida perfecto para descubrir el resto de la zona. Paradas imprescindibles como la entrada medieval por el puente de San Roque, la Plaza Autonomía de Aragón, la Iglesia de Santa María la Mayor, el castillo-palacio de Valderrobres que data del siglo XII y -sobre todo- callejear, callejear sin rumbo fijo por las callejuelas empedradas para perderse y volverse a encontrar descubriendo a cada paso rincones que son una auténtica maravilla donde la foto de rigor está garantizada.
Dejando atrás Valderrobres, otros pueblos como Cretas, Beceite, La Fresneda , Calaceite o Fuentespalda -en esta última se localiza la tirolina más larga de España-, bien merecen un alto en el camino. Y si el senderismo corre por tus venas, el Parque Natural de los Puertos de Beceite es el destino perfecto para practicarlo y admirar su flora y fauna. A la hora de dormir, la joya de la corona se ubica en Monroyo con el Hotel Torre del Marqués. Un alojamiento de cinco estrellas, 18 habitaciones y 150 hectáreas que respiran hedonismo por todos los rincones.
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