La boda íntima en Nueva York de la diseñadora Suzie Kondi, con un vestido de novia de Alaïa y rodeada de su círculo más íntimo de amigos
A lo largo de sus 17 años de relación, el escritor Barnaby Harris pidió matrimonio a la diseñadora Suzie Kondi en tres ocasiones distintas. La primera (con un anillo de diamantes de Schlumberger by Tiffany & Co.) llegó poco después de que Suzie diera a luz a su hija Stevie, que ahora tiene 14 años. Pasaron varios años hasta la segunda proposición, esa vez con un anillo de compromiso de diamantes más tradicional. «Lo curioso es que siempre he dicho que sí», dice Kondi. A pesar de los compromisos recurrentes, la pareja siguió adelante con su vida en pareja criando a su hija, que de vez en cuando les preguntaba por qué no se habían casado todavía. “Al fin lo hemos hecho”, dice Suzie.
Barnaby se declaró por última vez mientras cenaban en familia durante un viaje a París. «Estaba como inquieto y raro. Yo estaba un poco preocupada», cuenta la diseñadora. Entonces sacó un reloj antiguo y un anillo que pertenecieron a su madre, junto con otra alianza. «Me dijo: ‘Sé que es la tercera vez, pero hagámoslo'», recuerda Suzie. «Nuestra hija adolescente, que es muy ocurrente, dijo: ‘¿Significa esto que os vais a casar o es una proposición más?’. Eso nos animó y pensamos: ‘Llegó el momento’«.
La pareja de Brooklyn, ambos casados con anterioridad, decidió no celebrar una gran boda. En su lugar, optaron por una ceremonia civil en un juzgado de Nueva York, seguida de un brunch con un pequeño grupo de amigos. «Siempre dijimos que si finalmente nos casábamos, iba a ser algo pequeño y muy, muy sencillo», dice Kondi. “Mis padres se casaron en Australia en una casa de pueblo y estuvieron casados 47 años. Tenemos una casa juntos. Tenemos una hija juntos. Tenemos todo esto juntos. Así que lo único que quedaba decidir cuándo hacerlo y cómo”.
La fecha se fijó para el 26 de febrero de 2025, con una reserva para un brunch posterior en Balthazar. «Es una institución en Nueva York y vamos mucho», dice Suzie del restaurante. «Está muy céntrico y es precioso. No podía ser más bonito y fácil para nuestros amigos«. Suzie también señala que, dado lo a menudo que viaja a Francia por trabajo, le encantó el aire francés clásico de la brasserie: “En cierto modo me creo un poco francesa –que no lo soy en absoluto–, pero todos esos elementos de allí me parecieron ideales”.
No es casualidad, pues, que Francia acabara siendo el lugar donde la novia encontró su vestido de novia. “Siempre me alojo en un hotel que está muy cerca de la Fundación Alaïa. Me obsesionaba completamente y me fascinada por todo aquello; por cómo había seguido funcionando después de fallecer él», explica Suzie. Decidió volver a visitarla con su colega Tallulah, con la intención de encontrar algo para la boda que también pudiera volver a ponerse. «Fue como si todo lo demás hubiera desaparecido de la tienda, y este único vestido estuviera iluminado; que no lo estaba, pero lo parecía». El diseño ganador de Alaïa era un vestido de punto de lana con un solo hombro y un plisado asimétrico de canalé. No solo eligió allí el vestido, sino también unos zapatos de tacón de Alaïa con corazones rojos en la punta. «Nos divertimos mucho vistiéndonos y haciéndolo todo allí mismo», dice la novia. Completó el look con una cazadora de cuero roja vintage que ya tenía.