Meghann fue una novia que llevó más accesorios, además del velo, como son unas gafas de sol blancas de Celine y un bolso de Isla de Gar, marca fundada por una amiga de la familia cuyas colecciones se componen de estas piezas tejidas a mano con cinta de seda.
En la fiesta, la novia se cambió el vestido de novia por un conjunto de Zara. “Era un dos piezas de lentejuelas, es de segunda mano también y lo conseguí en Vinted”, confiesa.
El enlace se celebró en una masía en la zona vinícola del Penedès
Meghann y James se conocieron mientras estudiaban en la Universidad de Portsmouth y estuvieron formando parte del mismo grupo de amigos durante muchos años. “En 2015, Meghann lo acababa de dejar con su pareja y un amigo nos propuso tener una cita, así que la tuvimos en un pub local”, dicen los novios, los cuales confiesan que, en ese momento, sintieron que por fin se habían encontrado, a pesar de que llevaban juntándose mucho tiempo.
Seis años más tarde en Sudáfrica, llegó la pedida de mano. “Acabábamos de terminar una cata de vinos en Babylonstoren y nos decidimos a tomar una foto de la icónica cordillera cuando se arrodilló. Una pareja que estaba en la cata nos regaló una botella de vino espumoso para celebrar, la cual bebimos en el viñedo mientras hablábamos por FaceTime con nuestras familias”, dice Meghann.
Boquerón á Feira
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