Notice: La función wp_get_loading_optimization_attributes ha sido llamada de forma incorrecta. Una imagen no debería ser diferida y marcada como alta prioridad al mismo tiempo. Por favor, visita Depuración en WordPress para más información. (Este mensaje fue añadido en la versión 6.3.0). in /home/farandulaymoda/public_html/wp-includes/functions.php on line 6121
No sé si os ha pasado alguna vez. De repente echas mucho de menos una serie y decides ponértela de nuevo porque te apetece volver a vivir las sensaciones que tuviste la primera vez. Pongamos que sea una miniserie original de una plataforma de streaming en activo, relativamente reciente (de este lustro) y de pocos episodios. Vamos, ideal para ver en un par de tardes. Vaya sorpresa se lleva uno cuando ve que no está disponible en ningún sitio.
Eso mismo me ha pasado este verano con ‘Estación Once‘ (Station Eleven), miniserie de ciencia ficción postapocalíptica de 10 episodios original de Max y que no se encuentra en el catálogo de HBO Max ni de ninguna otra plataforma (al menos en España). Sorprendente teniendo en cuenta que es una serie con menos de cinco años de vida.
Basada en la novela de Emily St. John Mandel, la serie arranca con una pandemia que arrasa con todo. 20 años más tarde, Kirsten (MacKenzie Davies) forma parte de una troupe teatral que recorre la región entreteniendo a los poblados de supervivientes. No voy a adelantar demasiado, pero digamos que hay un misterioso cómic rondando y, de paso, una peligrosa secta cuyo líder está ligado de algún modo con la protagonista.
Un bálsamo postpandémico
A pesar de estar ambientando en un mundo postapocalíptico causado por una letal pandemia, ‘Estación once’ era todo un bálsamo en un momento en el que nuestro propio «fin del mundo». La pandemia por COVID-19 estaba todavía, quizás, demasiado reciente, pero la serie llegó en el momento oportuno y con todo completamente afinado.
El tono es la clave. Tras una buena temporada en la que la mente colmena cultural asocia sin ningún tipo de pudor (y a menudo bastante equivocadamente) las tramas oscuras, personajes éticamente cuestionables y demás fanfarria «adulta» (sexo, violencia, etc.) a lo que debe tener toda obra para ser buena, la novela adaptada por Patrick Somerville arroja muchísima luz y optimismo.


No es que tengamos el «cuquismo» de otra gran serie postapocalíptica como es ‘Sweet Tooth‘. De hecho, ‘Estación Once’ no esconde la tragedia y el trauma por el que pasan Kirsten y compañía: tanto la descripción de la pandemia como otras circunstancias por las que pasa la protagonista y su troupe muestra ese aspecto de «El hombre es un lobo para el hombre» que tan bien funciona en este tipo de ficciones.
Pero donde realmente destaca ‘Estación Once’ es en de dónde viene ese optimismo, esa luz: es una oda al arte en todas sus formas. Es un canto de amor, sobre todo, al teatro, a Shakespeare y todos aquellos que se han consagrado a la literatura y otras artes. Es un relato de cómo el arte nos transforma y nos hace ser las personas que somos. Sin ignorar las complejidades y contradicciones de sus personajes, la serie expone vehemente su tesis.
Esta introspección no resulta nada extraña teniendo en cuenta, además, que Somerville estuvo trabajando en otra gran joya reciente de HBO: ‘The Leftovers‘, que también tenía su punto de esperanza en medio de un mundo que ha sufrido un vuelco. ‘Estación Once’ es, desde luego, menos ambiciosa que la serie de Damon Lindelof, pero igual de fascinante. Lástima que no podamos encontrarla hoy en día en plataformas.
En Espinof | Las mejores series de ciencia ficción en streaming
En Espinof | Lo que hemos aprendido de apocalipsis y pandemias