¿Sufres estrés crónico o se trata de una adicción al cortisol?
Buscamos bajar el cortisol con alimentos, bebidas, costumbres danesas y otros métodos que no nos obliguen a cambiar de hábitos, cuando lo primero que debemos hacer es un ejercicio de introspección que permita un diagnóstico y su adecuado tratamiento. Especialmente, cuando vivir en estado de hipervigilancia nos ha llevado a desarrollar tolerancia al cortisol.
Eso sí, si desde hace más de lo que te gustaría te encuentras estresada a otro nivel, es posible que necesites distinguir entre estrés crónico y adicción al cortisol. Según Laura Villanueva, psicóloga y fundadora de psicologodemadrid.org, “la diferencia principal es que en el estrés crónico la persona sufre y quiere salir de ahí, mientras que en la adicción al cortisol hay una búsqueda constante de más tensión, más emoción”.
Qué es el estrés crónico (y cómo se siente)
El estrés crónico es una condición física sostenida en el tiempo en la que el cuerpo permanece en estado de ‘lucha o huida’ frente a una amenaza externa. Según Villanueva, este estado prolongado desgasta a nivel emocional, cognitivo y fisiológico:
- Emocionalmente: ansiedad, síntomas depresivos, irritabilidad, cambios bruscos de humor y disminución de la libido.
- Cognitivamente: fallos de memoria, despistes recurrentes, pérdida de agilidad mental.
- Físicamente: alteraciones del sueño (insomnio o exceso de sueño), cambios en el apetito, tensión alta, inflamación abdominal, cefaleas frecuentes, defensas bajas y desajustes hormonales (sobre todo menstruales).
De este modo, la persona con estrés crónico quiere dejar de sentirse así, pero no sabe cómo romper el ciclo.
Qué es la adicción al cortisol (y por qué engancha)
La adicción al cortisol puede aparecer como una consecuencia del estrés crónico. Es, al principio, una respuesta adaptativa que nos permite seguir funcionando a alto rendimiento. El problema llega cuando este ‘modo turbo’ se prolonga demasiado: “En la adicción al cortisol, el sistema se desgasta cada vez más hasta que el remedio es peor que la enfermedad”, advierte Villanueva.
Según la piscóloga, “en este caso, no hablamos de huir del estrés, sino de buscarlo activamente: personas que sienten un vacío si no hay presión, que se ‘desinflan’ en vacaciones y que, inconscientemente, generan situaciones que reactiven su estado de alerta».
Cómo identificar en qué punto estás
Si el estrés crónico es estar atrapada en un incendio constante, la adicción al cortisol es encender tú misma las llamas para sentir que sigues en movimiento. En ambos casos, el cuerpo y la mente acaban pagando el precio. Hay que ‘frenar’ o ‘desengancharse’ según el supuesto, pero en cualquier caso hay que romper el ciclo.
Para profundizar, Villanueva recomienda el libro El cuerpo lleva la cuenta, de Bessel van der Kolk, que explora cómo el trauma y el estrés se almacenan físicamente y cómo se pueden liberar.
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