Una manera de trabajar que trasciende una manicura al uso, pues hay tras toda esta corriente de nail art una parte más evocadora y filosófica, cercana al arte y la naturaleza, y alejada del ritmo de vida frenético en el que estamos inmersas.
Un deseo vital y estético que se percibe en su salón de belleza, en donde es posible encontrar libros de arte, revistas de moda, lápices… «Yo necesito, además de internet, que resulta muy útil, ver imágenes, pasear, inspirarme con lo que veo”, detalla la artista.
Fausta Studio
Fausta Studio
Hay además en esta manera de entender la manicura un deseo por alejarse del consumo rápido de las imágenes, a la vez que se propone un acercamiento a un estilo de vida más contemplativo. “Hay un gesto que repite constantemente aquella gente que se hace las uñas y consiste en mirarse las manos porque nos da seguridad. He pensado mucho en la tranquilidad que da esa mirada hacia unas texturas que podríamos encontrar en la naturaleza y que nos alejan del cemento y la contaminación diarios”, continúa Martínez.
Para llevar a cabo estos diseños que inspiran y calman, la fundadora de Fausta Studio recurre a productos cuidadosamente seleccionados y que en ocasiones han aparecido tras meses de búsquedas. “Muchos los he ido encontrando a través de internet. En ocasiones incluso he pedido que me traigan determinados materiales si alguien viaja a Japón o a Corea. Son muchísimo más respetuosos con nuestras uñas. Aunque cuando se trata de trabajar y de preparar la uña, recurro a productos ucranianos o polacos”, comparte.
En su estudio —en el que también hay servicio de pestañas y de laminado de cejas— no se usan productos químicos, pero tampoco se abusa de los materiales. Martínez defiende que no es necesario aplicar grandes cantidades. “Como está tan de moda lo fluido y lo translúcido, con una capita puedes hacer algo muy bonito”, reconoce.
Fausta Studio
Martina, fundadora de Fausta Studio.
Pero para que todo salga bien, antes hay que formarse y concienciar de la importancia de hacerlo. “Debemos ser buenas profesionales; que no se vaya extendiendo el mal trabajo porque hay mucha precariedad y muchas malas técnicas”, lamenta. “Un curso de cincuenta euros no te va a enseñar nada. Más allá de lo que implica el buen manejo de una lima, hay que aprender a desinfectar y esterilizar los materiales; saber lo que puede y lo que no puede tocar la piel… Porque tú puedes hacer un diseño muy bonito, pero si la uña no está bien preparada, ni te va a durar ni va a ser saludable para ti”, asegura.