El Festival de Cannes es conocido como uno de los eventos más glamurosos del mundo, si no el que más, rivalizando de cerca con el Festival de Cine de Venecia. Todos los años, la alfombra roja de La Croisette se viste de gala con los mejores vestidos y esmóquines. Resulta que esa fabulosa moda es obligatoria: el festival se rige siempre por un estricto código de vestimenta, que prescribe ir de cóctel o de etiqueta, y que se extiende hasta los zapatos (según la web oficial de Cannes, «se requieren zapatos elegantes, con o sin tacón. Las zapatillas de deporte están prohibidas«).
Mucho se ha hablado años atrás del calzado exigido en el festival. Aunque ahora se contemplan los zapatos planos de vestir, hubo un tiempo en que las mujeres solo podían llevar tacones de aguja al certamen, una obligación que muchas voces críticas han considerado sexista y arcaica. Un planteamiento anticuado que ha provocado que muchas asistentes se hayan pronunciado al respecto. Recordemos, por ejemplo, cuando Kristen Stewart se descalzó con descaro en la alfombra y llevó en la mano sus zapatos de tacón de Christian Louboutin: «Creo que ya no puedes pedirle eso a nadie», dijo Stewart en 2017. «Si a los tíos no les pides que lleven tacones y vestido, tampoco puedes pedírmelo a mí». Julia Roberts hizo lo propio en 2016 y, el año pasado sin ir más lejos, Jennifer Lawrence causó sensación cuando combinó su vestido de alta costura de Dior con unas chanclas negras (Lawrence dijo más tarde que no sabía que estaba rompiendo el protocolo: «No tenía ni idea. Los zapatos que me trajeron eran una talla más grande»).
