‘First Dates’, a una soltera de Las Rozas le da grima lo que le hace su cita en el reservado. «Voy a coger una servilleta»


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Los concursantes de ‘First Dates’ tienen sus filias y sus fobias. En el caso de Marina, se declaró fan del bigote de Eduardo pero no tanto de sus babas, y le dio mucho asco el momento en el que se le ocurrió lamerle la mano de repente.

Love is wet

Marina es administrativa, vive en Las Rozas (Madrid) y tiene 33 años: «Creo que suelo caer mal, porque tengo mucho carácter y tengo pinta de borde». Se define como mujer cis y bisexual, y le contó a Carlos Sobera que no tenía ninguna intención de tener descendencia: «Me parece una responsabilidad muy grande y los niños son insoportables».

Eduardo «Duque» tiene 31 años, es de Chile, vive en Barcelona y trabaja como bailarín y artista «multitasking». Nada más ver que tenía un estiló a lo Dalí, Marina le dio su visto bueno: «Me flipan los bigotes. Aunque soy más del bigote de Aznar».

Cuando Duque le contó que se dedicaba al baile, ella tuvo que hacer una confesión: «Soy arrítmica. Pero bueno, que tenga sus hobbies y yo los míos, genial. Así no tenemos que ir a bailar todos los días juntos, qué coñazo». En el terreno artístico, Marina era más de manualidades, ya que se dedicaba a recoger cosas de la calle y darles «un cambio de imagen».

Hablando de relaciones, ella le contó que no buscaba la exclusividad en una pareja y Duque quedó gratamente impresionado: «Que tenga una filosofía más poliamorosa lo encuentro muy cool, porque estamos hablando un lenguaje parecido».

First Dates DecisionFirst Dates Decision

En el terreno sexual, Duque le contó que sabía hacer masajes terapéuticos y Marina dijo que le gustaba practicar pegging. La cosa subió de tono en el reservado donde, antes que nada, ella se animó a bailar junto a él, pese a haberse declarado nula en el tema.

Les salió la prueba de «darse un beso húmedo» y Marina confesó que odiaba los mal llamados «besos de vaca»… para que justo después, Duque le pegara un lametón en la mano. «¡Qué asco! Si no te importa, voy a coger una servilleta» dijo ella mientras se limpiaba. A pesar del momento viscoso (seguido de ella explicándole qué era exactamente el pegging), ambos decidieron seguir conociéndose, porque se lo habían pasado bien.

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