“Ya no estamos en los 90”, dice el ejecutivo interpretado por Kevin Smith para justificar su reticencia a invertir presupuesto en un videoclip. El subtexto no puede ser más evidente: tampoco estamos en aquellos 90 que encumbraron al propio Smith como director durante la explosión del cine indie estadounidense. Esa nostalgia, teñida de desencanto, resistencia y mucho humor autorreferencial, impregna la narrativa del videoclip de espíritu “noventero”, de ocho minutazos de duración, ‘Childlike Things’.
FKA twigs, junto a su pareja, el fotógrafo y realizador Jordan Hemingway, y junto al reputado dramaturgo Jeremy O. Harris (guionista de ‘Zola’), ironizan sobre el “fin del videoclip” como obra artística, al tiempo que lo reivindican. ‘Childlike Things’ narra los esfuerzos de la cantante británica por convencer a un escéptico ejecutivo musical de que su canción, sus coreografías y su carisma merecen una pieza audiovisual en condiciones, y no un simple TikTok de 15 segundos. Añadiendo más ironía al relato, el ayudante pro-videoclip del ejecutivo está interpretado por un tiktoker: Jake Shane.
Esta dialéctica entre riesgo artístico y pragmatismo corporativo articula todo el vídeo: un combate satírico entre la riqueza, complejidad y sutileza musical, y el burdo “aumento de BPM” para hacer la canción “más pegadiza”; entre “meter un rapero” porque sí, y que el feat. lo firme una niña rapera que frasea en japonés (North West, hija de Kanye West y Kim Kardashian); entre la grisura y monotonía estilística de la discusión entre artista y ejecutivo, y el vibrante colorido y dinamismo de las secuencias coreográficas.
El resultado es un relato que se ríe del sistema desde dentro, parodia las condiciones de su propia producción y, en el proceso, se convierte precisamente en aquello cuya desaparición lamenta: un videoclip como los de los 90.