Con esta gozada psicodélica de horror folk, Ari Aster firmaba una delicia lúgubre y gore a pleno sol en la que Pugh, protagonista absoluta, no puede estar más convincente. La actriz interpreta a una estudiante de mirada sombría que, conmocionada por la reciente muerte de sus padres y su hermana, decide seguir a su su tontorrón novio (Jack Reynor) en un viaje veraniego a una comuna sueca. La cosa termina con espeluznantes rituales sexuales, osos en llamas, peleas a porrazo limpio y nativos vestidos con piel humana. A pesar de sus descabelladas artimañas, la película resulta totalmente creíble a medida que Pugh se desespera, cuestiona sus prioridades y, finalmente, se impone, triunfal.
Mujercitas (2019)
Dirigida con gran acierto por Greta Gerwig y con el rostro de Florence Pugh, la largamente denostada Amy March se convierte en una heroína aguda, lúcida y con una ambición feroz, a la que solo supera la icónica Jo de Saoirse Ronan en esta extática y ágil versión del clásico de Louisa May Alcott. Jugando con la cronología de la historia, la cineasta cambia la percepción que el público tiene de la menor de las hermanas March: al principio quiere ser artista y encarrila al libertino Laurie (interpretado por Timothée Chalamet) y más tarde la vemos de niña, cuando quemó el libro de su hermana. Pero incluso en ese momento, en lugar de verla como una mocosa malcriada, nos damos de bruces con su frustración e inquietud infantiles. Un giro magistral que le valió nominaciones a los Oscar, los BAFTA y los Critics’ Choice Awards.