Como ha dejado claro siempre la pasarela, hay diferentes formas de abordar la moda futurista. Hay quien apuesta por el pesimismo de un futuro distópico, mientras que otras hicieron del mañana un lugar con un optimismo contagioso cuajado de colores vivos y materiales para vestir en el espacio. A medio caballo entre ver el vaso medio lleno o medio vacío, Prada vuelve a darle la vuelta a todo para aludir a una estética sesentera que nada tiene que ver con el espíritu alegre que impregnó los diseños de aquella década. En su lugar, Raf Simons y Miuccia Prada han imaginado un universo un tanto inhóspito que han evocado desde la música hasta el paso acelerado y desgarbado de las modelos.
En la Fundación Prada hemos podido ver algunos de los looks más puristas de esta primavera-verano 2025. La casa italiana ha incluido vestidos por encima de la rodilla de patrones rectos, que van del punto con un toque utilitario al cuero con piercings, para un toque ‘bondage’ que nada tiene que ver con los zapatos de puntera cuadrada que lo acompañan. Es de nuevo ese juego de contrastes insospechados que funciona a las mil maravillas en Prada. Una falda recta, incluso un poco evasé, se contrapone a una chaqueta utilitaria con solapas a contraste que ya introdujo en la primavera del año pasado.
Los detalles más ‘era espacial’ de la colección se encuentran en las faldas, que la marca conjuga en materiales vinílicos, en tonos como el plata o el negro, con ojetes propios como los que incluyeron en su día creadores como Pierre Cardin o André Courrèges. Es, de nuevo, la forma de combinarlas, las que rompe con la idea de viajar en el tiempo hasta los años 60. En formatos micro y midi (en evasé), se combinan con jerséis de punto, abrigos de diferentes largos y zapatos masculinos y de punta afilada para darles un toque burgués que rompe con su referencia original.
En la misma línea, Prada traslada esos grandes agujeros a viseras llamadas a convertirse en protagonistas absolutas del estilismo. Pueden ser combinarse con conjuntos más clásicos, como los abrigos de archivo a los que recurren la dupla de creativos, o apostar por maridajes como vestidos de fiesta (en plumas o remaches plateados) acompañados por impermeables deportivos.
A nivel conceptual, este desfile era una reflexión sobre la realidad de nuestro tiempo. Simons y Prada querían indagar en torno a la era de la hiperinformación y la influencia de los algoritmos en todo aquello que vemos en Internet. “Hoy vivimos inundados de información, guiados por algoritmos que proponen a cada uno su propia versión del presente, una realidad seleccionada. No partimos de una crítica, sino del deseo de enfrentarnos a esta idea, de abrir un diálogo sobre nuestro contexto cultural”, ha comentado Miuccia Prada.
La casa también tiene sus nuevos tótems esta primavera, como unos leggings de canalé que convierte en pantalones, con trabillas incluidas a la cintura para ajustarlas (irónicamente) con un cinturón. Su paleta cromática va de los tonos más neutros, como el gris, a otros más vivos, como un rosa pastel o un púrpura, que se llevan con prendas de otros tonos complementarios, como el amarillo mantequilla. En la misma línea, también da un giro a la sastrería a través de falda lápiz y evasé de oficina que añaden otro punto ‘bondage’ a través de cinturones y arandelas que bajan el tiro de la falda unos cuantos centímetros, casi a la altura de la cadera. Las bragas a la vista, una de las tendencias más potentes de la primavera-verano 2025, también están presentes en la casa con piezas que se declinan en diferentes tejidos, del punto al cuero.
Prada vuelve a sus tejidos más etéreos a través de vestidos y faldas. Los bajos ondulantes mantenían su rigidez gracias a una suerte de alambre, como el que llevaba el pañuelo que sirvió de invitación al desfile. Pueden ser con transparencias o rasos con detalles, pero siempre añadiéndole básicos de fondo de armario como sudaderas y suéteres ajustados de punto.
Otra de las estéticas que Prada incluye de cara a la próxima temporada es la cowboy, con botas camperas en tonos como el blanco o el naranja que se combinan con pantalones de sastrería, siempre por dentro del calzado. ¿Su acompañante más sorprendente? Un collar de perlas XXL como los que triunfaron a comienzos de los 2000.
