«Estoy asombrada por el nivel de inteligencia que hace falta para utilizar toda esta ostentación y este glamour que tanto fascina a la esfera social del mundo entero como herramienta de progreso y de cambio», nos dijo Paris Jackson mientras Diane Kruger, Colman Domingo y Kelly Rowland eran recibidos con gozo por donantes y fans por igual. «Todo el mundo se siente atraído por este tipo de cosas, así que utilizarlas para el cambio es una genialidad».
Con un ligero golpecito en el hombro de un camarero vestido de esmoquin, se invitó a los asistentes a cenar en la carpa, donde las mesas cobraron vida con centros de mesa florales repletos de rosas rojas y blancas y los cubiertos se adornaron con servilletas de lino blanco, bordadas simplemente con el número «30», en homenaje a los 30 años de recaudación de fondos de amfAR en Cannes.
La cena, un dúo de flores de calabacín rellenas y costillas con espuma de parmesano, vino con guarnición de desfile de moda, en el que legendarias figuras de la pasarela como Karolina Kurkova, Lindsey Wixson, Sasha Pivovarova y Carmen Kass lucieron 28 looks inspirados en cuentos de hadas, como el de John Galliano para Maison Margiela, que encarnaba a Cenicienta; una Alicia en el País de las Maravillas un tanto iconoclasta y fetichista de Richard Quinn; el gracioso Gato con Botas de Daniel Rose para Schiaparelli, y muchos, muchos más. El lote completo de 28 conjuntos se vendería más tarde por 500.000 euros a Christian Levitt en una subasta dirigida por el subastador Simon de Pury y Heidi Klum: «Si yo tuviera tu dinero y tuviera delante a Heidi Klum, pujaría una y otra vez», espetó De Pury al mejor postor.
Al final de las actividades nocturnas tiene lugar la subasta, en la que toda compra frívola es por una buena causa. Está hábilmente programada para animar al máximo la puja después de un largo vaivén de copas de champán y vino Rumor Rosé. Este año, entre los lotes ofertados figuraban escapadas lejanas a la Antártida o unos pendientes de diamantes de Chopard, mostrados por la modelo Maria Borges, que Demi Moore lució a principios de año en la fiesta de los Oscar de Vanity Fair. Las pujas más febriles, sin embrago, fueron a la caza de obras de arte, una cotizadísima lista de deseos que abarcaba desde Damien Hirst a Alexander Calder, pasando por Andy Warhol, cuya litografía de 1964 de Elizabeth Taylor, titulada simplemente Liz, fue la que más expectación suscitó en la sala y se vendió por 350.000 euros.