Gillian Anderson anima a las mujeres a ponerse en contacto con sus fantasías sexuales con ‘Quiero’, su nuevo libro

Sex Education se acabó, cierto, pero Gillian Anderson no ha terminado de sondear las profundidades de la sexualidad femenina. La actriz ha sacado a la Dra. Jean Milburn que lleva dentro con su nuevo libro, Quiero (ed. Temas de Hoy), una respuesta moderna al libro de 1973 de Nancy Friday Mi jardín secreto: todas las fantasías sexuales de las mujeres. Tras hacer un llamamiento al género femenino de todo el mundo –independientemente de su edad, raza, religión, sexualidad o nivel socioeconómico– para que compartieran sus fantasías sexuales más íntimas de forma anónima, Anderson recopiló una selección de las respuestas en una antología, organizada en capítulos temáticos, donde se profundiza en prácticas como el BDSM, el voyeurismo, el sexo con extraños y mucho más.

No es de extrañar que Anderson –una mujer que llegó a los Globos de Oro de 2024 con un vestido de Gabriela Hearst bordado con vulvas y que desde hace tiempo anima Instagram con frecuentes publicaciones del tipo #penisoftheday y #yonioftheday– aceptase participar en el proyecto. Pero lo que no pudo prever fue el reto que supondría relatar sus propias fantasías: «El mero acto físico de escribir algo tan íntimo, incluso escribir palabras concretas… Me escandalizó mi propio escándalo”, explica.

Anderson ha hablado con Vogue sobre su nuevo libro, desde cómo involucró a su querido personaje de Sex Education hasta qué le supuso escribir sus deseos más íntimos y qué aprendió sobre sí misma durante el proceso

Vogue: ¿Cómo concebiste la idea de Quiero?

Gillian Anderson: En realidad, fue idea de mi agente literaria. Al parecer, desde que hice Sex Education, había recibido peticiones para que escribiera un libro con entrevistas a mujeres sobre sus fantasías sexuales. Tuvo la idea de pedir a las mujeres que enviaran sus fantasías de forma anónima. Estaba muy familiarizada con Mi jardín secreto y de hecho aún conservaba el ejemplar de su madre de los años setenta.

¿Cómo redujiste el número de respuestas?

Tuve a mi lado a un par de editores para ayudarme a cribarlas, y enseguida vimos claro que había que crear encabezamientos en cada capítulo, para aportar claridad. Una vez que decidimos cuáles serían esos títulos, fue más fácil agrupar las contribuciones. Queríamos asegurarnos de que la representación fuera amplia. Podríamos haber puesto muchas más, pero no queríamos se hiciera demasiado denso. Queríamos que quien lo leyera pudiera llevarlo encima y no tuviera la sensación de que era un mamotreto.

En el prólogo, cuentas cómo preparaste el personaje de la doctora Jean Milburn en Sex Education. ¿Te ayudó ese papel a entender la sexualidad y a interesarte más por ella?

No le había dedicado mucho tiempo a ese tema antes, así que empecé a subir a mis redes sociales posts relacionados con el personaje: me inventé lo del el pene del día y el chichi del día. Yo lo hice como una cosa humorística, pero inició una especie de diálogo con los fans, que empezaron a relacionarse conmigo en ese espacio. Ha sido un tema de conversación constante, así que cuando me propusieron hacer un libro así, me pareció un siguiente paso muy interesante para dar continuidad a la conversación.

Obviamente, todas las contribuciones son anónimas, incluida la tuya, pero me encantaría saber cómo fue para ti colaborar.

Cuando estaba escribiendo el prólogo, por un lado quería hablar desde mi propia experiencia, pero enseguida me di cuenta de que no podía hacerlo, que se formaría una buena. Iban a ser muchos los titulares si comentaba demasiadas cosas de mi propia vida y me ponía demasiado personal. Me pareció que la mejor manera de hacerlo era hablar de los personajes que he interpretado y, relacionándome con eso, encontrar el modo de encajar en este libro a través de ellos. Me pareció un buen equilibrio entre un poco de mí, un poco de mi personaje y un poco de las cartas que estaban por llegar y el contexto del libro. No me sentí demasiado expuesta.

Cuando sí me sentí vulnerable fue al escribir una de mis fantasías. No me lo esperaba, porque me considero una persona abierta y sin prejuicios, capaz de escuchar y ver cualquier cosa. Así que me sorprendió que me resultara tan difícil describir lo mío sobre el papel. No era tanto porque fuera a entregárselo a alguien. Era simplemente el acto físico de escribir algo tan íntimo, incluso escribir palabras concretas. Me escandalizó mi propio escándalo. Eso me perturbó un poco, la verdad porque me veo a mí misma otra manera. Pero, obviamente, seguí adelante con ello y continué abriéndome y explorando. Y mis fantasías, o una de ellas, está en el libro. Me hizo admirar más a todas las mujeres, de todas las clases sociales y en diversas situaciones y circunstancias, por lo valientes que creo que fueron al enviar sus cosas a una completo desconocida con la posibilidad de que se publicaran formalmente. Me parece una pasada.



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