El resurgimiento del granate puede ser el resultado de un cambio cultural más amplio. Durante los años de la pandemia y subsiguientes, el blanco roto, el crema y el marrón reinaban en los interiores por su poder tranquilizador. Acabada esa época, el péndulo está volviendo lentamente hacia el maximalismo.
«En los últimos años, el diseño de interiores ha estado dominado por tonos cálidos y atenuados combinados con materiales sensoriales y naturales, como el yeso, las piedras porosas y las maderas claras», dice Guillermo Castello, cofundador de Elmo Studios, que recientemente pintó una habitación de Park Avenue en color granate oscuro. «Esta gamas cromáticas han evocado una sensación de calma y estabilidad, conectando con un deseo colectivo de elegancia silenciosa. Ahora, sin embargo, entramos en una fase de transición».
Olivier Gautschox, fundador de la galería francesa de diseño Eteline, lo suscribe. «El regreso de materiales más fríos y suaves, del tipo de superficies brillantes, maderas oscuras, acero inoxidable pulido y bruñido, está marcando un cambio hacia una estética más atrevida y suntuosa», afirma. «El granate, con su tonalidad profunda y tenebrosa, sirve de puente perfecto entre estas dos narrativas del diseño. Los rojos oscuros recuperan la riqueza y la intensidad tras años de tonos neutros». Gautschox ha vendido varias piezas notables en este color.
Aunque el granate oscuro es intenso, no resulta chillón. El rojo es un color difícil de utilizar en el diseño de interiores, ya que su intensidad atrae nuestra mirada y hace que nuestra mente esté más alerta. El granate, en cambio, con sus matices marrones, hace que una habitación resulte interesante en lugar de alarmante: recuerda más a las hojas otoñales o una copa de burdeos que a una señal de stop. «La atracción que sentimos por este color tiene que ver con el hecho de que es a la vez terroso y exuberante», dice Rauchwerger. «Tiene un matiz extremadamente cálido, pero de algún modo no abruma».