Más de 17.000 personas siguieron con fervor los pasos y bailoteos de Aitana (San Clemente de Llobregat, 1999) la pasada noche del martes en el Movistar Arena de Madrid. Y hacemos hincapié en esos dos movimientos en concreto porque, a diferencia de un concierto al uso, el objetivo principal de este evento no era escuchar su voz en vivo a través de un micrófono, sino simplemente disfrutar del momento y reaccionar junto al resto de asistentes a una serie de canciones que a día de hoy no han visto la luz. Pionera en muchos aspectos, la artista se atrevió a preparar una listening party masiva (algo que en castellano podríamos traducir como preescucha) con la que logró llenar la sala con más aforo de la capital y en la que presentó en exclusiva los 19 temas que compondrán su próximo proyecto, Cuarto azul. Una táctica a través de la que trajo a España un tipo de espectáculo que lleva años haciéndose fuera de nuestras fronteras y que merece cierto desglose para comprender con detalle de qué se trata exactamente.
Hay debate acerca de quién fue el primero en orquestar esta clase de encuentros como tal, pero los candidatos a llevarse el reconocimiento no son nada menos que Tim Burgess de The Charlatans y Whitney Houston. Ambos lo hicieron con el mismo objetivo: disfrutar de sus creaciones con quienes más los apoyaban y, desde ahí, muchos más grandes de la música les siguieron. Taylor Swift reunió allá por 2014 a su club de fans en su propia casa y les puso a escuchar sus novedades con el objetivo de que le dieran su opinión (como extra, además de abrirles las puertas de su casa, les hizo galletas), Travis Scott alquiló un parque temático entero para estrenar Astroworld, Billie Eilish presentó, prescindiendo de los singles, su álbum Hit Me Hard and Soft de esta manera, y tiendas de discos como la madrileña Marilians Records se encargan de organizar a menudo este tipo de reuniones. No se trata de nada nuevo en absoluto. Es más, la lista de ejemplos podría continuar durante unos cuantos párrafos más, puesto que actualmente se ha convertido en toda una corriente entre los artistas angloparlantes. Pero la cuestión está en que Aitana ha conseguido traer este fenómeno hasta aquí y el gran recibimiento que ha tenido podría tener como consecuencia la próxima popularización de las listening parties en nuestro país.
Tal vez lo mejor de estas reuniones es el hecho de poder descubrir el proceso creativo y la génesis de los proyectos de un compositor, a la par que se escuchan los susurros de sus emocionados seguidores. “Creo que precisamente se trata de eso, y tiene todo el sentido para no quedarse solo con una música o una letra. Es otra manera de descubrir al artista y de experimentar con sus temas más allá de los conciertos”, expone Ana Morales, editora de belleza de Vogue España, quien estuvo presente entre el público de esta presentación. “Es cierto que creo que quizá están más pensadas para fans, pero puede ser otra manera de acercarte o de conocer a un artista de una manera más cercana. Yo descubrí una Aitana que no conocía”, continúa. “Debo reconocer que no soy la mayor fan de Aitana, y aún así lo disfruté mucho. Sí creo que el formato en sí mismo está más pensado para fans, pero el hecho de tener la oportunidad de conocer el porqué de cada canción y la historia detrás de cada letra puede abrir las puertas a que más gente redescubra al artista”, argumenta en primera persona Laura Solla, también editora de esta cabecera.
Y, aunque, por supuesto, este tipo de espectáculos tienen una parte comercial, que incrementa el hype, publicita un proyecto y lo da a conocer entre un público objetivo, cuentan también con un lado muy humano, que ayuda a afianzar el vínculo entre un cantante y sus seguidores. Ya se trate de un evento multitudinario como este o de una sala pensada para escuchar en petit comité (sin necesidad de que el autor de la obra acompañe presencialmente), el resultado sigue siendo el mismo: una reunión que los asistentes dedican única y exclusivamente a disfrutar del poder de la música.