Hablemos sobre la obsesión por conseguir tener una piel bronceada perfecta

Piel bronceada: reflexionemos sobre esta obsesión veraniega

Admitámoslo, conseguir el bronceado perfecto es la rutina insaciable de muchos durante los meses estivales. Es más, casi todas hemos adoptado alguna vez la famosa rutina de “vuelta y vuelta” sobre la toalla, en compañía de una revista o de un libro, ya sea en un escenario de playa, piscina o, incluso, balcones y terrazas. El patrón siempre es el mismo: pasar horas y horas bajo el sol en busca de una piel broceada creyendo que es lo que necesitamos. Spoiler: la salud de nuestra piel opina totalmente lo contrario. Los expertos, también. Por no hablar de los piques entre amigas –a tono de broma, claro, pero con un trasfondo de aceptación y autoestima detrás– que nos incitan a participar en la carrera por conseguir estar más morena que el resto.

“El concepto del bronceado asociado a belleza y salud sigue estando presente”, nos recuerda el Dr. David Revilla, dermatólogo de la Unidad de Cáncer de Piel de Grupo Pedro Jaén. Lo vemos por todas partes una vez llegado el verano: trucos para conseguir el moreno lo más rápido posible –aunque esto suponga adoptar remedios caseros nada compatibles con la salud de nuestra piel–, productos que prometen ser la solución, imágenes en redes sociales que nos advierten de que ya ha empezado el momento de “tostarse al sol” o spots publicitarios que nos insertan la idea de que tumbarnos sobre una toalla nos hará tener el mejor verano de nuestras vidas. “El bronceado ha pasado de ser un símbolo de clase trabajadora, por la exposición al sol en el campo o la construcción, a representar precisamente lo contrario: tiempo libre, vacaciones, placer, salud y estatus”, señala por su parte la psicóloga Elena Dapra.

A pesar de los esfuerzos, cada vez más presentes, por concienciar sobre lo perjudicial que es para nuestra piel la exposición solar, el bronceado continúa siendo un ideal social. “Este deseo de pertenecer, gustar y estar a la altura socialmente se activa todavía más en verano”, explica Dapra. “El bronceado funciona como una armadura simbólica para muchas personas y es una ilusión de control sobre la imagen que proyectan al resto”, continúa. Así es cómo el moreno se traduce en seguridad y bienestar, cuando, en realidad, la peor parte se la lleva nuestra piel. “Hasta el 80% del envejecimiento visible es atribuible al daño solar acumulado”, nos recuerda el doctor Revilla. “Una exposición intensa y sin protección puede provocar deshidratación, enrojecimiento, inflamación, dolor, y, en casos severos, ampollas”, destaca.

Sentir la “necesidad” de estar morena

“Lo ideal es utilizar un fotoprotector de amplio espectro, que protege frente a luz ultravioleta A, ultravioleta B, infrarroja y luz azul, con un SPF 50 o más y una textura adaptada al tipo de piel”, indica el dermatólogo. La teoría sobre el uso de protectores solares y el peligro que supone la exposición al sol son conocimientos cada vez más extendidos, pero, aún así, esa aspiración por conseguir una piel bronceada perfecta continúa presente. La tanorexia que, según la psicóloga, no está recogida oficialmente como diagnóstico clínico, “describe muy bien esa obsesión por estar cada vez más morena”. Y hablo en femenino porque, en realidad, esta presión recae sobre todo en mujeres. “Cuando el bronceado se convierte en una especie de ‘reto’ entre amigas, no es solo una cuestión estética, sino un reflejo de cómo la presión social y los mandatos de género se cuelan en la vida cotidiana de muchas mujeres”, nos recuerda la psicóloga. “También seguimos viendo chicas jóvenes queriendo estar morenas para celebraciones para que los vestidos ‘les queden o les combinen mejor’”, añade Revilla.

“El problema no es el deseo de verse bien, sino el punto en el que ese deseo domina la conducta, afecta a la autoestima, interfiere en la vida cotidiana o pone en riesgo la salud”, destaca la experta. Anteponer tomar el sol a cualquier otra prioridad diaria puede considerarse una señal de alerta. “Hablamos adicción cuando el moreno se convierte en sinónimo de belleza, autoestima y aceptación social y su ausencia activa malestar o inseguridad profunda”, aclara. Una dependencia que, además de tener consecuencias físicas (daño en la piel, envejecimiento prematuro o riesgo de cáncer de piel), también las tiene a nivel emocional (autoimagen distorsionada, baja autoestima o ansiedad).

Mitos por desmontar sobre el bronceado

Existen ciertos términos y creencias entorno al bronceado que se han extendido a nivel social que el dermatólogo cree necesarias aclarar en el intento de desmontar esta idealización hacia el estar morena. Para empezar, el significado real del bronceado: “Se trata de una respuesta de defensa del cuerpo ante una agresión (la radiación solar)”, explica el doctor. Tener un “tonito” más no debería ser motivo de celebración porque “esto indica que los rayos UV ya han causado daño al ADN en las células de la piel”, añade. Y, aunque nos hayan convencido de lo contrario: “El bronceado seguro no existe”. Revilla nos señala (y desmonta) algunos de los mitos más popularizados:

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