El 11 de junio de 1989, el grupo franco-brasileño Kaoma lanzó al mercado su single ‘Chorando se foi (lambada)’ (una versión de la canción boliviana ‘Llorando se fue’) sin imaginar lo que iba a pasar poco después. Vendieron millones y millones de unidades, y en Estados Unidos, durante un muy breve periodo de tiempo, dieron luz a una moda estacional: la locura por la lambada, apodada «el baile prohibido». Hollywood vio la oportunidad y disparó al mismo tiempo con dos películas distintas sobre el mismo tema que se estrenaron el mismo día: el 16 de marzo de 1990. Sin embargo, la historia es mucho, muchísimo más complicada. Dejad que os lleve en este baile del ridículo repleto de enfados y enredos familiares mucho más interesantes que las películas en sí mismas.
Dance Bros
Todo empieza con Menahem Golan y Yoram Globus, dos primos israelíes que querían hacer carrera en el mundo del cine y en 1979 compraron una productora ruinosa llamada Cannon Films. Seguro que la conocéis: aunque estrenaron películas serias y míticas de cine de autor, ha pasado a la historia como sinónimo de la serie B gracias a títulos como ‘Delta Force’, ‘El guerrero americano’, ‘Superman IV: En busca de la paz’ o ‘Breakdance’ (junto a su inenarrable secuela, ‘Breakdance 2: Electric Boogaloo’). Durante más de una década, los productores consiguieron sacar dinero en abundancia gracias a presupuestos pírricos y el surgimiento de los videoclubs, pero todo llega a su final.
Según cuentan, tuvieron una pelea terrible (ellos lo asemejaban a un divorcio) que llevó a su separación absoluta e irremediable: Globus se quedó en Cannon, mientras que Golan montó su propia productora, 21st Century Film Corporation. Después de estrenar ‘Cyborg’, una de sus últimas películas conjuntas, ambos tenían claro cuál debía ser el siguiente paso: tratar de repetir el éxito de ‘Breakdance’ con otro estilo musical: la lambada. Incluso contrataron al mismo director, Joel Silberg. ¡Había que aprovechar la aparente lambada-manía mientras durara! Entre los tres estuvieron desarrollando un proyecto conjunto llamado ‘JAM’ que se quedó a medias tras la marcha de Golan, pero la cosa, claro, no quedó ahí.
En cuanto este se fue de Cannon, fue corriendo a convencer a Columbia para producir conjuntamente una película que hiciera frente a la ‘Lambada’ de su primo, que acababa de cambiar el título para aprovechar la cresta de la ola del baile. Pero claro, aquella ya estaba avanzada y debían evitar a toda costa parecer un plagio, así que tenían que hacerla muy, muy rápido. Golan contrató a Roy Langsdon y John Platt para escribir el guion exclusivamente porque prometieron que podían tenerlo en tan solo diez días, se aseguró de tener los derechos de ‘Chorando se foi (Lambada)’ y aceleró el rodaje para llegar antes que la de Cannon. El sprint fue absolutamente demencial.
Para estrenar antes que el otro, ambos rodaron a toda velocidad y en orden cronológico (para que un gran equipo de edición pudiera montar el material tras cada día de rodaje y tener ya la película montada al final), lo que no les quitó tiempo para enfrentarse cara a cara. Si la película de uno se llamaba ‘Lambada’, la del otro añadiría un simple sufijo: ‘Lambada, el baile prohibido’ (el título con el que se estrenó en España, por cierto). Globus entró en furia porque había registrado el nombre, así que a su primo no le quedó otra que cambiarlo. Se titularía, simplemente, ‘El baile prohibido’, pero, eso sí, con una aclaración en el cartel tras el título: «LAMBADA… Si se pusiera más caliente, ya no sería baile». Sutileza al máximo.
Lambada, ¡vaya gambada!
‘Lambada’ anunció su estreno para el 4 de mayo, pero ‘El baile prohibido’ aceleró e hizo lo propio el 6 de abril. A ambas no les quedó más remedio que correr como pudieran, y acabaron, paradójicamente, estrenando el mismo día: el 16 de marzo. De hecho, la película de Cannon llegó por los pelos, porque acabó su rodaje tan solo una semana y media antes, el 5 de marzo. Imagina las prisas a última hora: una cosa es una producción barata, y otra tener solo once días para la post-producción. Al fin y al cabo, lo importante no era la calidad: era llegar el primero.
Para sorpresa de nadie, la «Lambada-manía», si es que llegó a existir, ya había quedado totalmente opacada por cualquier otra moda de inicio de los 90, y ninguna de las dos cintas llegó a ser un bombazo. La ganadora, eso sí, fue la de Cannon Films, ‘Lambada’, que recaudó 4,2 millones de dólares frente a solo 900.000 dólares de presupuesto. Eso sí, entró directamente en el puesto número 8 de taquilla, vencidas por otras como ‘La caza del octubre rojo’, ‘Joe contra el volcán’ o ‘Acero azul’. Su contrincante directa se hundió fuera del top 10, y se tuvo que conformar con 1,8 millones de dólares en taquilla. Aquí terminó para siempre la fiebre de la lambada, pero no es, desde luego, lo que tenían en mente.
De hecho, Golan quería seguir adelante y ya planeaba una secuela (‘Naked Lambada! The Forbidden Dance Continues’) que iba a empezar su rodaje ese mismo junio en Brasil, además de otras cuatro -sí, has leído bien- películas basadas en el baile, según el periódico Daily News, entre las que se incluían una comedia (‘Lambadamy’), un «murder mystery» (‘Blame it on Lambada’) y una cinta romántica (‘Lambada: The Sound of Love’). Una se anunció como «la auténtica», otra como «la que tiene la verdadera canción», y ninguna de las dos acabó levantando cabeza. Cosas que pasan con el baile prohibido.
En términos generales, ‘Lambada’ se considera la mejor de las dos (siendo ambas abismalmente terribles) pero es ‘El baile prohibido’ la que ha adquirido cierto estatus de culto, en parte por el protagonismo de una Laura Harring que después se ganaría un sitio en nuestros corazones gracias a ‘Mulholland Drive’ y en parte por su extraña defensa de la selva que se volvía prominente en sus escenas finales y que nadie terminó de entender. Por su parte, Golan y Globus nunca volvieron a entenderse, Cannon desapareció en 1994 y, por su parte, ‘Chorando se foi (Lambada)’ acabó sampleada en sendas canciones de Don Omar y Jennifer López allá por 2011: la segunda guerra por la lambada que no le importó a nadie.
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