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Burt Reynolds fue uno de los grandes iconos de Hollywood en los 70 y 80 gracias a papeles como los que interpretó en ‘Defensa‘ (1972) o la trilogía de ‘Los caraduras‘ y pronto se convirtió en uno de los rebeldes más carismáticos de la gran pantalla. Pero cuando la fórmula empezó a agotarse, trató de diversificar su carrera y los resultados que tuvo fueron muy desiguales. Y además, en pleno declive, tomó una decisión que quizá pudo haber cambiado por completo el final de su carrera.
La edad dorada de los espías
El actor rechazó interpretar a Jason Bourne en la adaptación del bestseller de Robert Ludlum. Un rechazo que resulta incluso más sorprendente si se tiene en cuenta el contexto de la época. En plena Guerra Fría, James Bond gozaba de una popularidad arrolladora y el thriller de espías era uno de los géneros más rentables en Hollywood, por lo que interpretar a un agente de la CIA con amnesia y habilidades letales podría haber sido la salvación de Reynolds, que venía de encadenar varios fracasos.
La dirección de este ambicioso proyecto iba a estar en manos de Jack Clayton, un cineasta británico aclamado por sus primeros trabajos -entre ellos ‘Un lugar en la cumbre’ (1959) y ‘Suspense‘ (1961)-, pero su obsesión con la perfección le llevó a ser un colaborador extremadamente difícil. De hecho, la idea de contar con Reynolds como protagonista no parecía, a priori, la más adecuada, porque ambos eran temperamentales, lo que habría propiciado tensiones en el rodaje y complicaciones. Puede que por eso el proyecto no llegara a materializarse.


‘El caso Bourne’ terminó por convertirse en una franquicia millonaria décadas más tarde, gracias al reboot de Universal con Matt Damon al frente. ‘El caso Bourne‘ (2002), ‘El mito de Bourne‘ (2004) y ‘El ultimátum de Bourne‘ (2007) funcionaron bien en taquilla -aunque hubo otro largometraje en 2016-, redefiniendo el cine de acción contemporáneo y consolidando al actor como una de las mayores estrellas de su generación.
Reynolds, en cambio, siguió en una trayectoria irregular entre los 80 y 90, hasta reencontrarse con la crítica y el público en 1997 gracias a su inolvidable papel de Jack Horner en ‘Boogie Nights‘. Esa interpretación, que le valió una nominación al Oscar, supuso un regreso temporal a lo grande, aunque nunca volvió a recuperar el éxito de sus mejores años.
Quizá sea mejor que no se alinearan los astros para Reynolds, o quizá sea una oportunidad perdida. En cualquier caso, no llega a empañar su legado como uno de los actores más carismáticos e icónicos que nos ha dado el cine.
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