Hayley Williams / Ego Death At A Bachelorette Party – jenesaispop.com

Un día de verano, sin que nadie lo esperara, Hayley Williams lanzó 17 singles de golpe. Aparentemente, no formaban parte de ningún disco, o al menos, en aquel momento la líder de Paramore no quería que se percibiese de esa manera. Mediante este modelo, los fans podían hacerse sus propias playlists, alterando el orden de las canciones a su gusto o incluso prescindiendo de las que no les gustaban. Con esto la artista parecía preguntarse si sigue teniendo algún sentido el formato álbum en 2025 y, por encima de todo, ¿qué es un álbum?

No es la primera vez que Williams emplea métodos poco convencionales para promocionar su música en solitario. De hecho, su debut ‘Petals for Armor’ fue lanzado en tres tandas, con cinco canciones en cada una; mientras que su sucesor, ‘Flowers for Vases / descansos’ llegó al completo por sorpresa.

‘Ego Death At A Bachelorette Party’ es el título de su tercer trabajo, presentado oficialmente como un disco varias semanas después de aquella ristra de sencillos sueltos, añadiendo ahora una nueva canción (y a juzgar por su post de Instagram, quedan dos más). ¿Por qué ahora y por qué así? Solo Hayley sabe lo que estaba buscando con una promoción tan extraña y anticlimática de un proyecto que merecía mucho más mimo. Es más, varias de sus mejores canciones en solitario las encontramos aquí.

A pesar de su longitud, una de las principales virtudes es que la secuencia fluye con sorprendente soltura -otro motivo por el que es importante que las canciones nos lleguen en un orden pensado- gracias a una producción cuidadísima y sofisticada. Además, a Williams nunca le da miedo probar cosas nuevas en su música. Por ejemplo, la inclusión de los efectos vocales en algunas canciones, que aporta una capa de extrañeza que las eleva a una dimensión mayor. Como en los versos de ‘Glum’, un tema que, como muchos de los que encontramos en el disco y en toda la carrera de Williams y Paramore, explora un sentimiento de vacío existencial, de total desconexión con el mundo. En cambio, en su gran estribillo se despoja de distorsiones y su voz se escucha cristalina, apasionada.

El Autotune también aparece en el pop rock de la irónica ‘Hard’, que juega con la idea de la masculinidad tóxica que lo impregna todo. “I can’t get soft cause I’m too hard (No puedo ser blanda, porque soy muy dura)” solo puede ser una juguetona referencia al miembro viril, ya que después reconoce “me casé en botas de combate, solo escuchaba música ‘de testosterona’, tuve que matar mi feminidad para hacerlo”. Este tipo de humor negro, aparece mucho a lo largo del álbum, a veces de manera genial, como en ‘Discovery Channel’, una sombría canción sobre el dolor de una ruptura y el deseo primario que permanece pese a todo. Williams toma prestado el gamberro y divertido estribillo de ‘The Bad Touch’ de Bloodhound Gang y lo convierte en algo anhelante y apesadumbrado.

Hay muchos géneros y estilos dentro de ‘Ego Death’, muchos de ellos ya transitados por la artista a lo largo de su carrera, pero aquí adquieren un cariz diferente. Pese a la variedad, hay un sentido de cohesión que une a todas estas canciones con enorme solidez. El trip-hop, un sonido que parece estar de vuelta, atraviesa muchas de las producciones, a veces de forma más tímida (el corte titular, ‘Zissou’), otras totalmente directa (la inquietante y muy 90s ‘Negative Self Talk’ o en la anticristiana ‘True Believer’). Esta última es especialmente relevante en la carrera de la artista, ya que la religión de una manera u otra siempre ha formado una parte importante de su vida habiendo crecido en el seno de una familia muy cristiana de Misisipi. Aquí, Williams está desencantada con todo, sobre todo con la intolerancia y el racismo que la devoción a veces trae consigo: “Dicen que Jesús es el camino, pero le ponen una cara blanca para no tener que rezar a alguien que consideran inferior a ellos”.

Williams siempre ha sido una excelente letrista y aquí vuelve a demostrarlo, sobre todo en los versos aparentemente más sencillos, que en muy pocas palabras crean sentimientos poderosos. En la luminosa ‘Love Me Different’, se siente por fin preparada para amar de nuevo (“Y sé que probablemente te dices a ti mismo que nadie me va a querer como tú. Y sé que probablemente tengas razón, pero alguien me va a querer de otra manera. Y quiero que me quieran de otra manera”).

En la espectacular ‘Mirtazapine’, una oda grunge al antidepresivo, la artista transmite un mundo con un simple “Mirtazapine, me haces comer, me haces dormir, me haces soñar”. O en el maravilloso cierre (al menos de momento) que es ‘Parachute’, en un solo verso desmonta todas sus ilusiones románticas con una honestidad que desarma: “Pensé que ibas a agarrarme, nunca dejé de caer por ti, ahora ya lo sé, nunca me dejes salir de casa sin un paracaídas”.

Este gran viaje a la psique de Hayley Williams que es ‘Ego Death At A Bachelorette Party’, donde se abre en canal hablando de sus experiencias con la depresión y sobre relaciones fallidas, no está exento de algún traspiés (la desubicada ‘Brotherly Hate’, principalmente), pero en su mayoría, es un recorrido fascinante y mucho más valioso de lo que parecía en una primera y caótica toma de contacto. Cuando salieron las 17 canciones sueltas era difícil ver lo que la artista quería decir con ellas. Ahora, está todo mucho más claro. Pasen, y escuchen.



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