Herencias envenenadas, el gran dilema de las megafortunas de Hong Kong: “En toda familia hay un drama” | Negocios

En el exclusivo mundo de la familia Cheng, uno de los clanes más ricos de Hong Kong, el personal habla de una regla no escrita: nunca decirle no al jefe. Así que fue difícil discrepar cuando el mayor de los hijos del patriarca, Adrian, presentó un plan grandioso. Su propuesta: un centro comercial que superara a todos los centros comerciales, justo al lado del moderno Aeropuerto Internacional de Hong Kong.

Hoy, esa extravagancia multimillonaria, llamada 11 Skies —con una superficie equivalente a más de 60 campos de fútbol—, se erige como un monumento al exceso colosal. El proceso de contratación de inquilinos ha sido lento, y la apertura del centro comercial se ha pospuesto del segundo semestre de este año hasta, al menos, mediados del próximo. Los Cheng, que han dado forma al skyline de Hong Kong durante medio siglo, han sido humillados en la ciudad que les dio el éxito. Hoy, su buque insignia, New World Development, está intentando vender 11 Skies y otros proyectos lujosos.

La empresa lidia con casi 28.000 millones de dólares de deuda, acciones en caída y dos años consecutivos de pérdidas. La compañía está maniobrando para apuntalar sus finanzas y atraer socios externos, incluido el poderoso fondo neoyorquino Blackstone. “Si New World no encuentra una salida, podría suponer un duro golpe para el mercado inmobiliario y los bancos de Hong Kong”, declaró Gary Ng, economista sénior de Natixis. La presión de liquidez puede obligar a New World a vender viviendas y locales comerciales a precios más bajos, lo que podría dificultar la capacidad de otros promotores para cumplir con sus obligaciones de pago mediante la venta de activos, añadió. “A nivel macroeconómico, retrasará la tan esperada recuperación de los precios inmobiliarios y la inversión, y afectará las valoraciones de las garantías inmobiliarias”.

El revés de la fortuna de los Cheng es una advertencia para las demás familias multimillonarias de Hong Kong, que desde hace tiempo han ocupado un lugar casi mítico en el imaginario colectivo de esta ciudad. Pocas veces su cultura empresarial tradicional, arraigada en los principios de jerarquía familiar y respeto filial, se ha enfrentado a tantos desafíos a la vez. El control más estricto de China sobre la soberanía y las fuerzas económicas y políticas en Hong Kong han socavado el mercado inmobiliario que catapultó a sus magnates a las filas de las personas más ricas del mundo. En la actualidad, los Big Four (Cuatro Grandes) de la ciudad —la familia de Li Ka-shing, el multimillonario de 97 años a quien llaman Superman por su instinto empresarial; los Kwoks, del imperio inmobiliario Sun Hung Kai; los Lees, de Henderson Land, y los Cheng, de New World— enfrentan obstáculos macroeconómicos y políticos justo cuando atraviesan transiciones generacionales.

Todas estas familias son increíblemente ricas y, salvo una catástrofe, casi con certeza seguirán siéndolo. La familia de Li Ka-shing —comenzó a trabajar antes de los 15 años e hizo su primera fortuna vendiendo flores de plástico— posee un patrimonio neto de 43.400 millones de dólares, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg. Los Kwok igualan esa riqueza, seguidos por los Cheng, con 33.200 millones.

Los analistas han comenzado a preguntarse cómo las futuras generaciones afrontarán los cambios de rumbo en Hong Kong, una metrópoli de 7,5 millones de habitantes. El mercado inmobiliario en la China continental lleva más de cuatro años en crisis, y muchos expertos predicen que aún podría caer más. Desde septiembre de 2021, los precios de la vivienda en Hong Kong han caído alrededor de un 30%. La tasa de desocupación de oficinas, cercana al 17%, ronda el máximo histórico. El tambaleante mercado inmobiliario ha pasado factura a una ciudad cuya economía depende en gran medida del ladrillo. Las acciones vinculadas al sector inmobiliario se han desplomado y, en apenas seis años, New World ha perdido cerca del 80% de su valor.

Reseteo estructural

El sector inmobiliario ya ha superado dificultades en el pasado. Pero si los problemas actuales se agudizan, las consecuencias serán más graves: a pesar de su riqueza, los herederos podrían tener dificultades para replicar el éxito descomunal de sus patriarcas. “Lo que está ocurriendo ahora no le pasa solo a New World, y no se trata de una sola familia. Es un reseteo estructural completo”, según Harry Yu, socio sénior de Fung Yu Trust Services, especializado en asesoría patrimonial y family offices.

Hasta ahora, el cambio ha llegado de forma lenta y, a veces, dolorosa. La dependencia de los caprichos personales de los fundadores ha hecho que algunos errores empresariales sean particularmente dolorosos. Jacinto Tong, cofundador de la firma privada de inversión inmobiliaria Gale Well Group, gastó casi 100 millones de dólares en una sola planta de The Center, uno de los rascacielos más altos de Hong Kong, porque allí se encontraba la clínica dental favorita de su hermana. Recientemente, Tong redujo los alquileres en ese edificio un 36%, según un registro catastral, mientras que el valor de las propiedades se ha desplomado hasta en un 50% en algunas plantas. Tong se ha unido este año a una oleada de familias adineradas que están vendiendo sus propias viviendas para obtener liquidez.

Los parientes no siempre se llevan bien, especialmente cuando hay miles de millones en juego. Los Kwok, de Sun Hung Kai Properties, el mayor promotor inmobiliario de Hong Kong, protagonizaron una famosa disputa familiar a finales de la década de 2000. La matriarca, Kwong Siu Hing, junto a dos de sus hijos, Thomas y Raymond, acabaron destituyendo a su hermano mayor, Walter, como presidente. “Lo que siempre resulta realmente interesante de las empresas familiares es que no se trata solo de una historia empresarial basada en números, sino de un verdadero drama humano”, afirma Vaudine England, historiadora y autora de Fortune’s Bazaar: The Making of Hong Kong. “Y, por supuesto, toda familia tiene un drama humano”.

Algunas transiciones han sido más fluidas. El patriarca de Henderson Land, Lee Shau-Kee —a quien a veces se le conocía como el Warren Buffett de Asia—, falleció en marzo a los 97 años, dejando su imperio en manos de sus dos hijos. Si bien Peter y Martin Lee han dirigido la empresa juntos desde que Lee padre se retiró en 2019, su sucesión se planeó con mucha antelación. Ambos han seguido en gran medida la visión de su padre, de acuerdo a Kenny Tang, presidente del Instituto de Analistas Financieros y Comentaristas Profesionales de Hong Kong.

La generación más joven en Hong Kong está pisando un terreno político desconocido. En el pasado, cuando los magnates de la ciudad eran una fuerza dominante en los círculos empresariales y políticos, tenían una influencia considerable —especialmente durante los primeros años de la reforma y apertura de China, cuando la élite política de Pekín los cortejaba activamente por su capital de inversión y conexiones globales—. Pero esa influencia ha disminuido desde las protestas y los disturbios sociales de 2019. La Administración del presidente Xi Jinping se ha vuelto cada vez más cautelosa respecto a los poderosos conglomerados familiares de la ciudad, y medios estatales, incluido el People’s Daily, los ha culpado de alimentar el descontento público por culpa de los precios inaccesibles de la vivienda. En respuesta, Pekín insta a la élite adinerada de la ciudad a demostrar patriotismo apoyando iniciativas gubernamentales. Un ejemplo destacado es Northern Metropolis, un ambicioso plan para transformar la frontera norte de Hong Kong en un centro tecnológico que profundice la integración con China continental. Sin embargo, muchos promotores se muestran reticentes por los riesgos financieros.

Las sensibilidades geopolíticas también se han intensificado. La enérgica respuesta del Gobierno chino a la propuesta de venta de los puertos del canal de Panamá de Li Ka-shing a un consorcio respaldado por BlackRock en marzo subraya la creciente desconfianza hacia las familias más ricas de Hong Kong. Hoy en día, nadie encarna mejor los altibajos de los Big Four de Hong Kong que los Cheng. El clan incluye a más de una docena de miembros clave, con una cuarta generación incorporándose discretamente al grupo.

Entrevistas con más de una docena de socios comerciales que han trabajado con New World, así como con empleados actuales y antiguos, dibujan el retrato de una empresa donde un nombre —Cheng— destaca sobre todos los demás. Sin embargo, los descendientes de la tercera generación enfrentan sus propios desafíos para continuar con el legado.

En 2018, Goshawk Aviation, dirigida por Brian Cheng, ahora de 42 años, adquirió docenas de aviones comerciales. Poseía una flota valorada en 11.400 millones de dólares. Esto ocurrió poco antes de que la industria de viajes se desplomara debido a la inestabilidad política y la pandemia de la covid. Goshawk se vendió por 6.700 millones de dólares en 2022.

Chow Tai Fook Jewellery Group, el mayor minorista de joyería de China, codirigido por Sonia, la hija de Henry, de 44 años, se ha enfrentado a retos cada vez mayores en los últimos años debido a la volatilidad de los precios del oro, la desaceleración económica y la creciente competencia.

Chow Tai Fook Jewellery, New World y CTF Services, la unidad que opera seguros, están gobernadas por un consejo independiente, según ha declarado un representante del vehículo de inversión de la familia Cheng, Chow Tai Fook Enterprises, en una respuesta por correo electrónico. Todos los equipos directivos y consejos de administración se han comprometido a mantener los más altos estándares de gobierno corporativo para las perspectivas a largo plazo de las empresas y la protección de los intereses de las partes.

El legado de los Cheng

Entre los hermanos, las ambiciones de Adrian, de 45 años, resultaron costosas. Casi desde el principio, 11 Skies y el complejo Victoria Dockside, en el puerto de Hong Kong,

se encontraron con un problema tras otro: manifestaciones callejeras contra el Gobierno de Hong Kong, la covid, el aumento de los tipos de interés y la desaceleración de la economía china. La deuda de New World siguió creciendo: a finales de 2024, la ratio deuda neta/capital de la empresa se había disparado al 96% desde el 40% a mediados de 2018, según Bloomberg Intelligence. Hace dos años, la familia orquestó un rescate parcial. Pero, finalmente, en septiembre pasado, el patriarca Henry intervino: nombró abruptamente a un asesor de confianza —alguien externo a la familia— como director ejecutivo. New World ha despedido al menos a una docena de empleados y Henry ha vuelto a involucrarse en la gestión. “La expansión de New World colisionó con una crisis que ocurre una vez por generación. Esto destaca tanto la presión sobre los líderes de la próxima generación para innovar, como la dificultad estructural de heredar un modelo de negocio que puede que ya no encaje en el entorno actual”, dice Yu, de Fung Yu Trust Services.

Actualmente, una opción para estabilizar New World es que la familia Cheng inyecte 10.000 millones de HKD (dólares de Hong Kong), 1.285 millones de dólares, en la empresa, mientras busca un socio que pueda aportar una cantidad similar a cambio de una participación accionarial. Blackstone y CapitaLand Group están entre las empresas que han participado en estas conversaciones. A finales de septiembre, New World obtuvo un préstamo bancario de 3.950 millones de HKD (507 millones de dólares), garantizado con su activo más preciado, Victoria Dockside, un 75% menos que el límite superior de su objetivo inicial. También registró un segundo año consecutivo de pérdidas de 16.300 millones de HKD. New World no ha respondido a las solicitudes de comentarios. Adrian ha dirigido su atención a otros proyectos, como la inversión en activos digitales.

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