Las flores de la boda son ahora para las invitadas
Lo reconozco: quería una boda llena de flores. Me casé el pasado mes de septiembre en Galicia y mi plan era el de hacer un jardín lleno de flores pinchadas en el césped, una idea que terminó arruinando la lluvia a última hora. Sin embargo, una de las cosas que más me preocupaba era el desperdicio de todas esas mismas flores. Me negaba a que al día siguiente terminasen en la basura.
Hablándolo con Fátima, de Néboda Floristas –la floristería que se encargó de mi boda–, me contó que ella tuvo la misma preocupación en su boda y lo solucionó de una manera muy sencilla que adaptamos en mi día ‘B’. La idea no fue otra que recoger todas esas flores tras la ceremonia y ponerlas en unas macetas de barro que sirvieron también de seating plan, invitando a los asistentes a hacer su propio ramo y llevárselo a modo de recuerdo a su casa. Y es que, ¿quién no ha pensado alguna vez en lo bonitos que están los centros de mesa en una boda y la pena de tirar esas flores pudiendo llevárselas a casa? Creo que mucha gente lo piensa, pero finalmente no se llega a hacer por vergüenza. Lo único que hicimos fue ponerlo en bandeja, invitando a que nuestros amigos y familiares aprovechasen las gerberas, rosas, tulipanes, etc que adornaban la celebración.
Senda Picallo