No es fácil ser feliz todo el tiempo: a veces estás en la cresta de la ola y de repente empieza a llover, tu pareja te deja y el casero te sube el alquiler y prescinde de ti. O como me pasa a mí: no ocurre nada concreto, pero por lo que sea te despiertas y sientes que has hecho algo mal. No hay pruebas de ello, aparte de esa nube de ansiedad que te hace sentir que te ha cazado un león, por mucho que vivas en la ciudad y hayas cerrado la puertas con doble vuelta de llave.
Y es que no siempre podemos controlar nuestro estado de ánimo, ya sea por factores externos, ya por una predisposición a la ansiedad o la depresión (las estadísticas indican que una de cada seis personas del Reino Unido sufre un problema de salud mental común, como depresión o ansiedad, durante una semana cualquiera). Pero, ¿y si hubiera una forma no ya de controlar nuestros estados de ánimo, pero sí de darles un empujoncito? Una especie de armadura mental para que los días malos no lo sean tanto y los buenos nos hagan sentir bien. ¿Y cuál podría ser ese empujón? Una dieta para mejorar el estado de ánimo, o dieta “serotoninizante” (es decir, compuesta principalmente de alimentos que aumentan la serotonina).
Obviamente, si padece problemas de salud mental persistentes, una dieta no te va a cambiar la vida de forma radical (siempre es mejor hablar con tu médico de cabecera). Pero aumentar la ingesta de alimentos que estimulan la sustancia química cerebral «de sentirse bien» no puede ser malo, ¿verdad? Y parece que los hay a montones. Se ha demostrado que los alimentos ricos en un aminoácido llamado triptófano (pescado, huevos, queso, pavo, tofu, carne roja, pollo, plátanos, piñas, chocolate negro, frutos secos, avena y semillas) contribuyen a aumentar los niveles de serotonina, sobre todo cuando se consumen con hidratos de carbono, lo que a su vez puede ayudar a reducir el estrés, regular el estado de ánimo y mejorar la calidad del sueño.
Nunca he sido difícil de convencer, así que decidí comer solo alimentos de este tipo durante una semana y comprobar si mejoraba mi estado de ánimo.
Días uno a tres
Los dos primeros días no podían llegar en mejor momento. Entre el mes de la moda, la temporada de premios y un inoportuno ataque de insomnio, me sentía agotada y ansiosa, algo de lo que solo me di cuenta cuando una amiga llegó veinte minutos tarde al desfile y me convencí de que la había atropellado un coche; en realidad, simplemente se había quedado dormida.