Con motivo del lanzamiento de ‘Cancionera’, su duodécimo álbum de estudio, nos reunimos con Natalia Lafourcade en una conversación donde la cantautora mexicana nos revela los entresijos de su creación. Cancionera, quien da nombre al disco, es un álter ego de la artista que ha utilizado para transmitir el momento vital en el que se encuentra. Como su música, las palabras de Natalia invitan a reflexionar y nos dan una idea cristalina de la pasión y complejidad que este gran trabajo esconde. ‘Cancionera’ es Disco de la Semana.
Natalia Lafourcade actúa este mes de julio en Pirineos Sur, Cartagena, Barcelona, Madrid, Santiago… y muchos otros lugares. Detalles, en su web.
‘Cancionera’ es una evolución orgánica del sonido de ‘De todas las flores’, ¿Cómo ha sido tu viaje artístico para llegar a él?
Siento que ha sido un viaje muy de mis momentos, muy de lo que va sucediendo en mi camino. Lo que voy viviendo se ve reflejado en la música que hago, dónde estoy, lo que atravieso, lo que estoy pensando, lo que siento, lo que viví bonito, lo que viví no tan bonito, lo que me dio fuerza, lo que me quebró. O sea, como que todo eso, de alguna manera, siento que se ve reflejado en cada disco. Veo cada disco como un capítulo de mi andanza, y queda ahí. También siento que se refleja muy bien mi gusto por la música y mi gusto por crear colectivamente. Siento siempre que la riqueza que pueda existir en los proyectos que hago viene de lo que yo estoy aportando con mi propio mundo y de lo que vienen a aportar muchas personas con las que colaboro. Cuando estoy creando, eso es una parte muy importante para mí.
¿De qué forma trabajar con Los Macorinos en ‘Musas’ ha cambiado tu forma de hacer música? Veo un claro punto de inflexión en tu carrera a partir de ahí.
Fue maravilloso trabajar con Los Macorinos, porque siento que me permitió encontrar otras formas de hacer música, que fue un desafío también poder grabar con ellos. Y me enseñó mucho acerca de la música, de la sutileza en la música. Ellos me enseñaron muchas cosas, mucho. Me enseñaron de la paciencia, de la calma, de la tranquilidad, de trabajar una canción con sutileza, como no ir a la velocidad que yo llevaba en ese momento. Ellos llevan esa calma, esa cosa de la madurez. Y aprendí muchísimo.
En contraste con ‘De todas las flores’, que creo que era un álbum marcado por el dolor, ‘Cancionera’ me parece más relajado.
Claro, sí. Siento que ‘De todas las flores’ es un disco muy de procesos personales. Nace de una ruptura y de mi propio encuentro y reencuentro conmigo misma. A través de esa ruptura, trato de cómo volver a mi propio jardín interior. Siempre usé esa metáfora, fue, de alguna manera, recuperarme a mí misma. El proceso de esa vuelta quedó capturado en todo lo que son esas canciones. Hay momentos que marcaron esa etapa de mi vida que están ahí en las músicas. Y sobre ‘Cancionera’, me gusta decir que este disco es esa flor cancionera que encontré en mi jardín interior de ‘De todas las flores’. Es una flor propia que tiene que ver mucho con esa lealtad hacia mí, hacia mi camino, hacia mi verdad, hacia las cosas que verdaderamente me hacen feliz. Y es un homenaje al camino en sí de Cancionera [el personaje] y el camino de otros cancioneros y cancioneras que me inspiraron. Se le canta al amor en sus diferentes formas. Al amor personal, al amor clandestino, el amor en muchas, muchas maneras. Ahí está todo en ‘Cancionera’.
Hay un gran intimismo en este disco, también en la forma en la que está grabado en tomas únicas, ¿no?
Sí, son tomas completas. Es un disco grabado en cinta, en formato análogo, que pretende encontrar la magia de esos momentos. La autenticidad de poder grabar todos en una toma. Creo que es un disco que busca recuperar esa magia que sucede cuando se hace y cuando se crea colectivamente, en equipo. Eso busqué y eso quería generar.
En ‘Cancionera’ para mí un tema que sobrevuela en el disco es un poco rechazar el mundo a veces alienado en el que estamos. Lo veo en ‘Cocos en la playa’ o en ‘Mascaritas de Cristal’. ¿Te preocupa perder un poco la humanidad como sociedad con todo esto de la inteligencia artificial y el aumento de la tecnología en nuestras vidas?
Sí, yo creo que de una manera muy orgánica el disco o las letras lo cuestionan hacia mi propia realidad y lo convierte en un reflejo con las personas que lo van a escuchar, con otras vidas y con otras formas de estar. Hoy en día una manera de vivir es a través de los teléfonos, es a través de nuestras plataformas, de nuestras redes, de lo que tratamos de definirnos a través de los aparatos y la tecnología y tratamos de encontrar eso que nos define y eso que vamos a mostrar al mundo acerca de nosotros. Personalmente no me gusta decir «está bien» o «está mal». Creo que es la realidad y es lo que nos toca transitar como sociedad en este momento. Esa nuestra forma de convivir, de tener relaciones… Sin embargo, en lo personal me doy cuenta que una de las cosas que más disfruto en la vida es poder conectar con otras personas, pero conectar en niveles muy profundos. Me desquito con ese gusto en los conciertos, porque ahí sí que conecto, conecto con la gente, con el público, con mis músicos o mis músicas. Ahí hay unos niveles fuertes de conexión donde no interviene ningún aparato. Te saca de una inercia en la que todos estamos metidos todos los días, en todo momento.
Repito, no es que esté ni bien ni mal, creo que en el disco, canciones como ‘Mascaritas de Cristal’, que habla de la lealtad propia, llega en un momento donde yo estaba buscando crear un disco que pudiera regalarme los mensajes que quisiera sostener para mí, para que en 10 o 20 años para adelante, voltear y decir “¿qué fue lo que me quiso decir este disco?”. Creo que hay canciones que cantan hacia afuera. Hay una canción que se le dedica al casamiento, otra que se le dedica al amor amante. Pero hay canciones que se cantan para adentro. Y creo que es un disco que tiene esas dobles caras y que también muestra mucho de la dualidad y de las múltiples facetas y personalidades que nosotros mismos como personas utilizamos para confrontar el mundo. Todo eso siento que son temas que están alrededor del concepto de este disco.
«‘Cancionera’ habla de la dualidad y de las múltiples facetas y personalidades que nosotros mismos como personas utilizamos para confrontar el mundo»
En relación con lo que dices de la conexión, creo que la música tradicional es muy colectiva y puede que, en consecuencia, incluso superestrellas como Bad Bunny están lanzando música con sonidos tradicionales. ¿Por qué crees que es importante volver a esas raíces?
Yo creo que de una manera muy natural y orgánica también estamos llegando a un punto de añoranza para lo que es este tipo de conexiones que comienzan a hacer falta en un mundo donde todo va muy rápido. Todo es mucho como de crecer, de más tecnología, más inteligencia artificial, más herramientas. Herramientas que pueden ser muy positivas y muy útiles, por supuesto, pero en un punto decimos «¿dónde está la parte humana?». Y empezamos a extrañar y a necesitar esa otra parte.
A mí me parece maravilloso porque al final esta misma inercia nos hace voltear la mirada y decir, todo muy bien, pero dónde queda la conexión personal? Y nos hace traer de vuelta y recordar estos elementos que generan identidad, sentido de pertenencia, orgullo. Creo que hoy menos que nunca podemos olvidar de dónde venimos y quiénes han picado el camino sobre el cual estamos caminando. Creo que no podemos olvidar a los abuelos, no podemos no prestar atención a esas sabidurías ancestrales. Toda esa información se va perdiendo y creo que intuitivamente una gran parte de la humanidad estamos queriendo volver, queriendo voltear y decir es que no me es suficiente con lo que me está dando este momento o esta era. Hay algo más que me queda faltando, y vamos a rascar en ese pasado y en esa historia para ver cómo rehacerla en tiempo real en este momento que vivimos. Me da esa sensación.
«Las conexiones comienzan a hacer falta en un mundo donde todo va muy rápido»
Hablando de canciones concretas en el disco, me gusta mucho la colaboración que tienes con Israel Fernández, ‘Amor Clandestino’. Creo que es la primera vez que escucho algo de flamenco en tu música. ¿Cómo surge esta colaboración y qué relación tienes con la música flamenca?
El gusto de escucharla y de disfrutarla. Creo que es de esas músicas que me gusta sentarme y oír y percibir la magia de esa música, el duende de esa música y la profundidad. Disfruto muchísimo. Así como lo que te decía, esa música exige justamente este volver al contacto de la humanidad, del sentimiento, de la canción, del canto, el cante jondo, como dicen ellos. Hay que ir adentro, muy adentro y ser muy valiente para escombrar la emoción más profunda y de ahí liberar un sentimiento a través de la ejecución de un instrumento, de la voz o de una palma, del compás, de lo que se haga, de la guitarra, del baile. Es un arte hermoso y profundo. Me gusta mucho y lo respeto mucho. Y a Israel y a Diego del Morao los vengo escuchando desde hace mucho tiempo y para mí fue un regalo que ellos vinieran al estudio, que grabáramos juntos. ‘Amor Clandestino’ es una canción que nació en Jerez de la Frontera y después la grabamos como un bolero en México, y ellos me invitaron a hacerlo a su manera también. Agradezco y valoro muchísimo la posibilidad de haber entrado un poquito en ese mundo aunque yo no canto flamenco, yo no sé esa música. Me gusta mirarla, me gusta admirarla, me gusta percibirla.
Creo que precisamente porque tú no cantas flamenco y él sí, la mezcla es muy refrescante y bonita. También quería preguntarte por una de mis canciones favoritas del disco, que es ‘El Palomo y la Negra’, ¿Cuál es la historia detrás de ella?
En el disco, Cancionera toma esa canción como la canción del casamiento. Se la dedica al casamiento, le canta a los enamorados, a los novios. Cancionera, como personaje dentro del disco, no es un personaje que se enamora, no es enamoradiza. Ella tuvo una historia de amor que terminó y le canta el amor, pero le canta desde fuera del círculo. Esa es la Cancionera de ‘Cocos en la playa’, la de ‘Cariñito de Acapulco’, y la de ‘El Palomo y la Negra’. En la vida real, en mi propia experiencia, y escribiendo yo las letras de las canciones, esa es la canción con la cual rendí votos en mi matrimonio. Es la canción de mis votos, de nuestros votos, puestos en versos. Y después le hice una adaptación para que pudiera formar parte de la narrativa del disco.
«En el folclore hay humanidad, hay verdad»
Un aspecto que me llama mucho la atención de tu música es el lenguaje. Las palabras están muy bien escogidas. Suenan muy tradicionales y a la vez tiene ciertos elementos modernos, ¿Cómo es el proceso de escribir para ti?
Es un proceso muy placentero, me gusta mucho escribir, me gusta mucho recibir las canciones, recibir los dictados. A veces las canciones para mí son dictados, no sé de dónde vengan, pero es información que se manifiesta de una manera muy clara, muy precisa, porque la puedo percibir y la puedo traducir. Después viene un trabajo de afinar. Soy bastante exigente conmigo misma, pero al mismo tiempo también es un trabajo en colaboración con la misma canción y con la música, porque muchas veces las canciones cuando se dictan tienen mucha verdad y mucha claridad y ahí yo siento que no hay que interponerse entre ese lenguaje de la música misma. De cuando dices, este coro ya quedó, ya no le puedo mover nada. Aunque yo siento que no hice nada, porque fue muy rápido, pero muchas veces se está pensando la canción o se está sintiendo, se está buscando de mucho tiempo atrás y son muchas cosas las que tienen que alinearse para que algo salga en una sentada de ponerte a escribir. Pareciera que sucede fácil, pero no, tiene su trabajo. Es un proceso que amo, la verdad.
Eres una de las mayores exportadoras de cultura mexicana ahora mismo, ¿hay algún elemento de ese folklore quizás menos conocido que crees que merece la pena reivindicarlo? ¿Qué es lo que más te inspira o lo que más te gusta del folklore mexicano?
Tanto en el folklore a nivel general, como en el folklore de cada región, de cada país, de cada lugar, encuentro que hay algo muy humano. Hay humanidad, hay verdad, hay algo que está correlacionado con el estilo de vida, con la cotidianidad, con lo simple y a la vez con lo que duele, con la vulnerabilidad, con la vida real. Eso me gusta. Me doy cuenta que eso me conmueve de una manera genuina, no es una cosa como que busque. Es mi verdadero gusto por las músicas. Es como el flamenco, yo no entiendo muchas cosas a nivel técnico, pero va más allá de eso. Yo volteo y me voy a ver otras músicas que no tienen nada que ver, de otros lugares, de otros países. Veo la música de México, de Cuba, de Venezuela, de Perú, de Bolivia, las músicas folklore tradicionales en Norteamérica, el blues, todas las músicas muy arraigadas, la música de África… Me conmueve, me gusta que hay una relación con la humanidad, y también con la tierra, con la naturaleza y con las formas de vida y de sobrevivir. También una riqueza que se pasa de boca en boca, que se transmite de persona a persona, y eso me parece maravilloso. Me cautiva mucho.
«Este disco me borró la cara, el nombre y las ideas que tenía de mí misma»
Por último, ¿por qué presentas el disco con una imagen borrosa?
Porque creo que es una metáfora de lo que el disco en sí hizo conmigo en el proceso de hacerlo. Creo que es un disco que me borró la cara, me borró el nombre, me borró ideas preestablecidas que tenía de mí misma para permitir que surgiera un alter ego, que surgieran posibilidades de jugar con un personaje. Una dualidad. Un personaje que se desprende de Natalia Lafourcade, que es lo que ocurre en todos los visuales. Por supuesto, hay de mí, y también hay algo que me empuja a habitar otras formas de mi propia manera de ser. El disco borró de mí y, muy paradójicamente, creo que yo encontré mi autenticidad también. A través de borrarme, conecté con algo muy verdadero y muy auténtico de mí que ni yo misma me acordaba que existía y que seguía ahí. Entonces, cuando llegamos a esta foto, sentí que era una gran manera como de expresar en la portada lo que yo sentí en el proceso de hacer este disco. Al final los mensajes de estas canciones y del disco entero me dicen, no importa, al final de todo esto, de todo, lo que más importa es lo de adentro, o sea, tu camino, y que seas feliz y que seas en tu verdad haciendo lo que sea que quieras hacer.