Cortesía de A24
Comenzaste tu carrera en los escenarios de la Dramatic Society de Oxford y en teatros locales de toda Inglaterra. Luego vinieron películas en interiores como Lunas de hiel y Tren nocturno a Venecia que también transitaban entre el teatro y el cine. Me parece interesante que con Heretic hayas vuelto a este tipo de cine reducido a un único escenario que hiciste al principio de tu carrera.
Sí, pero por razones diferentes. Verás, las cosas raras que hice al principio fue porque eran los únicos trabajos que me ofrecían. No los elegía yo. Solo pensaba: ¡bien, un trabajo! ¡A por ello! En cambio ahora no trabajo tanto. Y cuando lo hago, tiene que ser algo que me motive porque me parezca nuevo, raro o emocionante, o porque puedo hacer algo divertido con ello.
En la película, tu personaje, el Sr. Reed, es como una mezcla entre Richard Dawkins y el asesino en serie H.H. Holmes. Tengo entendido que estudiaste a diversos líderes de sectas, ateos, iconoclastas y asesinos en serie para prepararte el personaje. ¿Qué es lo que más te cautivó de estas sórdidas figuras en tus investigaciones?
No metamos a Richard Dawkins en el saco de los asesinos sórdidos: lo conozco y me cae bien. Pero es cierto que investigué mucho sobre asesinos en serie y líderes de sectas. Me interesa saber cómo llegan a serlo: qué es lo que se les rompe, cuál es el interruptor que se acciona en un momento dado de su vida para que se vuelvan así. Lo curioso es que a menudo no hay nada. Simplemente nacieron así. Y ese fue mi gran conflicto: ¿el Sr. Reed nació así o le sucedió algo terrible? Le di muchas vueltas a esa pregunta. Pero tengo mucho cuidado de que mi pequeña contribución al cine sea divertida y entretenida. Me aterra la idea de que la actuación y el cine se pierdan en su propio ombligo. Tiene que haber un elemento de farsa, de ‘ha sido el mayordomo’, de echar una moneda en la máquina para ver algo escandaloso, una atracción de feria. Eso se le daba muy bien a Ken Russell, por supuesto. Era muy británico, muy feriante, muy travieso, «ups, perdone, señora, se le han caído los pantalones»… bueno, señora quizá no, «perdone, señor, se le han caído los pantalones».
Ha interpretado a una gran variedad de villanos y antagonistas a lo largo de los años, pero a menudo tienden a situarse entre el canalla, el narcisista y el maníaco.
Buenas categorías, desde luego, pero creo que encontrarás que el hilo común entre ellos es el narcisismo. Y me alarma haber interpretado a tantos narcisistas.
Incluso el Sr. Reed es, a su manera, bastante encantador. Tiene algo que engancha…
Creo que es bastante habitual que sean encantadores. He conocido a gente así, y ciertamente el Sr. Reed me encaja en esa categoría. Creo que, de entrada, tendría don de gentes. Incluso de niño habría caído bien. La gente captaría sus bromas y le habrían tenido por una buena compañía. Pero, conforme pasaran los días y las semanas, empezarían a pensar: «No termino de entender a este tipo». Y poco a poco se apartarían de él, lo cual le habría hecho enfadarse y decepcionarse todavía más por dentro. Esa fue mi psicología barata.