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Entre la colección de las mejores series de la marca The CW está ‘Crónicas vampíricas‘, una ficción juvenil que nos conquistó por su mitología y su forma de añadir capas y complejidad a sus protagonistas. Aunque el que menos tuvo que esforzarse para cautivarnos fue Damon Salvatore, el personaje al que interpretaba Ian Somerhalder.
Era un vampiro carismático, cruel y que también se mostró muy vulnerable cuando tocaba, y pronto se convirtió en el alma de la serie. Pero hay una parte de su evolución que no terminó de cuadrarle a nadie. Ni siquiera al propio actor.
Somerhalder dio vida a Damon durante ocho temporadas, pero ha confesado en más de una ocasión que no estaba convencido del giro que le dieron los guionistas a su personaje.
No siempre es necesario redimirse
Damon entró en ‘Crónicas vampíricas’ como el clásico antagonista sin escrúpulos. Era manipulador, violento y estaba sediento de venganza. De hecho, al principio de la serie iba por ahí rompiendo cuellos sin pestañear y no le temblaba el pulso a la hora de sembrar el caos. Pero algo cambió a mitad de la segunda temporada.
El personaje empezó a mostrar ciertas señas de humanidad y aunque a muchos fans les gustó este giro, Ian Somerhalder no lo vio del todo bien. Así lo contaba en una entrevista con Digital Spy, donde recordaba «haberles llamado casi llorando” a los guionistas y preguntarse “¿por qué le hacen esto al personaje?”.
Al actor le encantaba interpretar al Damon despiadado y divertido, pero sintió mucha frustración por esto y llegó a llamar furioso a los creadores de la serie, Kevin Williamson y Julie Plec, para protestar por el cambio. Pero los showrunners no querían que Damon fuera un personaje plano durante tantas temporadas.
Williamson le dijo a Somerhalder que era «un arco de 200 episodios» y que «no puede ser que un personaje tenga el mismo truco siempre”. Y aunque en ese momento Somerhalder se resistía, con el tiempo acabó reconociendo que tenían razón.
Decisiones sin sentido
De todas las escenas que marcaron ese cambio en Damon, hubo una que sacó especialmente de quicio a Somerhalder. En el episodio 12 de la segunda temporada, Damon acompaña a Rose, una vampira a punto de morir, durante sus últimos momentos. La secuencia es conmovedora, pero también inesperada en el contexto del personaje.
“¿Qué demonios están haciendo?”, recuerda el actor que pensó al leerla. “De repente lo ves clavándole una estaca en el corazón mientras le crea visiones en su mente. Era demasiado”, añadió.
Sin embargo, a pesar de las dudas, Ian Somerhalder terminó aceptando el cambio. Y su interpretación fue una de las claves para que la evolución de Damon funcionara tan bien. A medida que el personaje se abría emocionalmente, los fans se volvían cada vez más leales e incluso justificaban sus actos más reprobables. Así lo veía el propio actor.
Damon podía entrar a un orfanato y matar a 20 niños, y el público lo excusaba con que estaba dolido por Elena. […] Lo que aprendí sobre la gente y el público fue increíble.
Puede que no estuviera de acuerdo con la dirección que tomaba su personaje, pero al final ese viaje emocional fue lo que hizo que el protagonista llegase más lejos. Con sus luces y sombras, Damon Salvatore pasó de ser un villano de manual a uno de los personajes más complejos y adorados de la televisión reciente. Y aunque no todos estemos de acuerdo en que su redención fuera necesaria en la serie, también es cierto que esto forma parte la lista de razones por las que nos dejó huella.
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