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No falla. Cada vez que Christopher Nolan estrena un nuevo largometraje es imposible no intentar descifrar el funcionamiento de su cerebro y el modo en que consigue apañárselas para articular estructuras tan enrevesadas como las de ‘Memento’, ‘Origen’ o, especialmente, ‘Tenet’ y lograr aterrizar sus triples tirabuzones narrativos de pie tanto en la pantalla como sobre el papel.
Por suerte, el cineasta, que actualmente se encuentra rodando su esperada adaptación de ‘La Odisea’, no dudó en compartir los secretos de su proceso de escritura con John August en otro de los magníficos episodios del podcast Scriptnotes. Un workflow que podríamos dividir en tres bloques principales y que, en el fondo, vuelve a demostrar que el trabajo y el oficio están por encima de cualquier tipo de talento.
Disciplina y oficina
Para empezar hay que dejar claro que para el británico, así como para una buena cantidad de juntaletras —por no decir la inmensa mayoría—, la escritura es lo suficientemente compleja y solitaria como para necesitar de un esfuerzo que le permita comenzar a teclear.
«Creo que, como muchos escritores, me gusta escribir cinco minutos antes de empezar realmente a escribir, y luego me gusta escribir unos diez minutos después de haber terminado. Creo que escribir es muy difícil y muy solitario. Como todos los escritores, intento encontrar la manera de engañarme a mí mismo para meterme en ello, en lo que sea. He aprendido algunas cosas con los años».
Sabiendo esto, la que, probablemente, sea la clave principal para Nolan es la simple y llana disciplina y la consciencia de que, después de todo, esto es un trabajo que debería tener sus horarios marcados. Una base que hace más sencilla el consejo que recibió en una conferencia del novelista Julian Barnes: dejar las cosas a la mitad.
«Cuando fui a la universidad, asistí a una conferencia de Julian Barnes, un novelista, y dijo algo que se me quedó grabado y que he utilizado yo mismo: al final de una tarde o una jornada de trabajo, intenta terminar a mitad de algo, porque así, cuando vuelve al día siguiente, sabe a dónde se dirige y puede empezar. Eso es algo que sin duda he intentado hacer. Intento ser razonablemente disciplinado y escribir en horario de oficina la mayor parte del tiempo, y no hacer noches en vela ni horarios de locura a menos que sea absolutamente necesario, cuando ya estás metido de lleno en algo».
La importancia del momento y de empezar por el final


Ahora bien: si hay algo que todo guionista debe aprender según el bueno de Christopher es que, cuando una idea aterriza en tu cabeza de forma más o menos clara, debes sentarte a escribirla antes de que desaparezca «como un pedo en el viento».
«Lo que he aprendido, lo que todo escritor necesita aprender, lo que sé con total certeza, es que esa sensación que tienes de que puedes escribir algo, cuando sabes “Vale, ahora lo tengo”, tienes que escribir justo entonces y plasmarlo en la página, porque esa sensación va a desaparecer como un pedo en el viento. Se esfumará. Volverás al escritorio y dirás: “¿Qué era eso?” Puedes tomar notas. No va a servir de nada. Tienes que sentarte y escribirlo».
Este punto queda reforzado con un ejemplo concreto que experimentó durante la creación del libreto de ‘Oppenheimer’ y que, de paso, deja otra pieza esencial de su flujo de trabajo: es importante tener claro el final de tu historia desde el primer momento.
«Con Oppenheimer, sabía cómo iba a terminar la película. Eso era importante para mí. Siempre es importante saber hacia dónde te diriges con el final, con cualquier película. Pero una noche me desperté con las tres o cuatro últimas escenas completamente claras. Me levanté en calzoncillos, crucé el jardín hasta mi despacho, me senté y simplemente lo escribí. Creo que ni siquiera cogí el ordenador. Creo que lo escribí en una libreta legal. Pero lo escribí tal y como lo había imaginado, y nunca cambió.
He aprendido eso con los años. Es algo realmente importante que todos deberían saber, porque esa sensación es tan convincente que te hace creer que siempre serás capaz de escribirlo. Es como estar borracho y luego despejarte, o al revés. Eres otra persona al día siguiente, y ya no lo tienes, y entonces tienes que volver a encontrar el camino hasta esa sensación».
Escribir es un proceso emocional, no intelectual
Para terminar, el tercer gran punto clave está relacionado con la naturaleza de la escritura. Para Nolan, lejos de ser el proceso intelectual que muchos creen, este arte es estrictamente emocional y puede ser muy beneficiado por el uso de la música.


«También me gusta usar mucho la música. Lo que he descubierto es que si utilizo la música de forma repetitiva en mi proceso de escritura, es otra manera, otro atajo para volver al estado mental en el que estabas hace unos días, a un estado emocional.
La gente siempre lo ve como un proceso intelectual, pero yo creo que escribir, en sí mismo, es emocional. Tiene que ver con eso que decía de que esos elementos son complicados, esos elementos que tratan o reflexionan sobre la narrativa o crean conexiones. Esos son los aspectos intelectuales. Son los que nos gusta discutir. Pero tienen que ser emocionales. Si en la historia son emocionales, entonces funcionan».
Por supuesto, detrás de puzzles tan intrincados como los de ‘Tenet’ hay una parte más intelectual y metódica que incluye diagramas y esquemas y se queda en los primeros pasos antes de entrar en la espiral emocional en la que sólo están involucradas tu cabeza, el teclado y la pantalla.
«Para mí, creo que buena parte de mi proceso de tomar notas y de pensar lo que voy a hacer al escribir, eso sí es intelectual. Hago muchos diagramas. Me encantan los diagramas de Venn para tramas distintas o lo que sea. Pero cuando me pongo a escribir, entonces necesito estar en un estado emocional, y tengo que escribir desde una perspectiva emocional».
Ahora sólo queda aplicar todo esto y crear nuestra obra maestra. La parte realmente complicada.
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