Reservoir Books
Más allá de la historia de esa asesina a sueldo demasiado buena para el cargo, se da en la novela una disección de las relaciones madre e hija que resultan en un encuentro desencontrado entre la protagonista y su progenitora, Patricia. O un desencuentro encontrado. Se quieren, a su manera. “En mi vida prima lo bueno en esa relación porque mi madre es increíble. Precisamente, por haber tenido esa madre increíble, jugué en la ficción a construir una malísima. Necesitaba saber también qué siente una hija cuando tiene una madre cruel”, concede la autora. “Al final lo veo como una carta de amor, muy turbia, pero lo es”. Es la necesidad de cuidar a esa madre, que no es precisamente buena, la que lleva a la protagonista a matar. No puede dar los cuidados que requiere a su madre sin ese dinero que gana ahí. “Quería reflejar lo muy difícil que es tener una madre que esté a tu cuidado, una madre disfuncional o una madre enferma, pero no solo mental que tengas que ir a una institución clínica, sino una madre enferma de un cáncer a la que tengas que cuidar”, explica. “En una sociedad en la que todos los jóvenes estamos precarizados, ¿cómo se afronta el cuidado de un ser querido cuando tú misma ni siquiera tienes dinero para cuidarte a ti? Ese era el dilema que yo quería tratar porque me parecía que, aparte de que me interpela mí como chica joven precaria, nos interpela un poco a todos los jóvenes”.
Era importante para Irene Cuevas que este fuera un libro cuajado del humor que desprende en un momento en el que la crisis habitacional es una de las mayores preocupaciones de los jóvenes, que ven cómo su situación se enquista. “No tenemos tiempo para el humor porque estamos tan precarizados intentando sobrevivir que no hay forma de que nos ríamos”, sentencia la autora. “Estuve en una época muy difícil de mi vida, con una crisis depresiva, y lo pasé tan mal que me tuve que agarrar el humor porque si no era imposible sobrevivir. Yo misma lo use como elemento de supervivencia. Fue una tabla salvavidas”.