
La polémica en torno a la participación de Israel en Eurovisión se ha intensificado en los últimos meses. El país continúa en el certamen a pesar de las denuncias internacionales por las operaciones militares en Gaza, que han dejado un enorme saldo de víctimas civiles y una crisis humanitaria que muchos definen como un genocidio en tiempo real. Para un gran número de seguidores, resulta inaceptable que Israel forme parte de un festival que se presenta como un espacio de diversidad y unión.
En este contexto, varios países han comenzado a posicionarse de forma firme contra la situación. Países Bajos, Irlanda y Eslovenia ya han confirmado que no regresarán al concurso mientras Israel siga participando.
A estas voces se suman la de Islandia, que ha expresado públicamente la posibilidad de retirarse, y las de España y Malta, que decidirán en diciembre su participación en el Festival de Eurovisión 2026 en función de la postura definitiva de la UER.
Todo apunta a que, si la organización no reconsidera su decisión, Eurovisión podría enfrentarse en 2025 a una crisis de legitimidad sin precedentes, con la amenaza de un boicot que cuestiona la propia esencia del festival.