Por poco la 70ª edición de la Seminci, el prestigioso y veterano festival de cine de Valladolid, arranca sin la presencia de la directora de la película que inaugura el evento este viernes. Isabel Coixet (Barcelona, 65 años) ha llegado a las seis de la mañana a la ciudad, procedente de Nueva York, donde está dando clases.
Ha aterrizado al segundo intento, tras anularse el primer vuelo un día antes por “causas técnicas”. “A mí me dicen eso y quita, quita… Me volví a casa”, bromea la cineasta, que con Tres adioses, el drama que presenta, ha debutado en el idioma italiano. El miércoles, el filme volvía al primer lugar en la taquilla en Italia, para alegría de sus creadores: está acabando su segunda semana con unos 1,7 millones de euros acumulados. “Los milagros existen [bromea]. Ahora en serio, he recibido miles de mensajes que no me da tiempo a contestar. La gente me cuenta cómo les toca la película. He confirmado que es una historia universal, que muchos espectadores recuerdan cuando creyeron que iban a morir y cómo la película les volvía a recordar que no hay que preocuparse tanto de tantas estupideces. Hay poco tiempo en la vida”.
Tres adioses está protagonizada por Alba Rohrwacher, que interpreta a Marta, una profesora de educación física en un centro escolar de Roma. Su pareja, Antonio (Elio Germano), es un chef que al inicio de la película abandona a la protagonista, que desde ese momento empieza a sufrir náuseas: lo que parece la somatización de la ruptura oculta un cáncer avanzado. Y aun con todo, Marta verá que podría arrancar otra relación con un compañero del claustro del liceo, al que encarna el español Francesco Carril, que por primera vez actúa en italiano, la lengua de su madre. La película está basada en dos relatos de los 14 recogidos en el libro Tres cuencos: rituales para un año de crisis, de Michela Murgia, conocida en Italia como “la escritora de los derechos”, que falleció en 2023 de un cáncer de riñón.
El encargo le llegó a Coixet por el productor Riccardo Tozzi: el libro se centraba en la covid y la directora pidió eliminar esa enfermedad y reescribir a su manera la historia de Marta: “Lo que quedaba era una historia de amor preciosa, al menos en mi punto de vista; sobre todo, es el retrato de alguien que descubre, cuando está cerca de la muerte, qué es estar vivo”. Y aduce: “Si hay algo que puede resumir la película, y es muy breve, es una frase que dice Marta: ‘Tú tienes aún tiempo’. Es una frase que no estaba en los relatos de Murgia, pero que para mí es clave”.
Durante mucho tiempo, Coixet ha rechazado “cualquier proyecto que tuviera que ver con la enfermedad y la muerte”. Obviamente, para rehuir la repetición y las comparaciones con Mi vida sin mí. “Este lo acepté porque sentí que podía ser muy distinto. Me interesaba que la protagonista fuese una mujer sin hijos, una mujer normal y sobre todo una tipa que no es especialmente sociable. Y que en Mi vida sin mí, aquella mujer enferma estaba construyendo el legado tras ella, mientras que aquí el legado es la misma Marta”. Y, en general, confiesa: “Me aburro si me repito. Por eso cambio de temas en cada película. Yo jamás haría eso tan italiano de comer pasta todos los días [carcajada]”.
En Marta, Coixet ha volcado un enorme cariño. Por ejemplo, en cómo trata a las dos alumnas adolescentes a las que descubre automutilándose. “No es una persona simpática. La suma de las dos tragedias enmascara la primera, y la enfermedad impulsa algo que tenía escondido: su interés por la gente. Y a abrirse a charlas, a descubrir esos detalles banales… Pero de esa banalidad está hecha nuestra vida cotidiana”, apunta.
Hay dos detalles en Tres adioses meditados por la cineasta. El primero es la misma Roma. “Me preocupaba cómo mostrarla, que la gente no lo viera como la admiración por la ciudad de otro extranjero. Así que rodé mucho material para los insertos que ilustran la pantalla, y decidí mostrar mi Roma —muy alejada de la que enseña un napolitano como Sorrentino—, con su señor de 83 años y su capucchino, con sus paredes desconchadas, con sus madonnas escondidas…”. O un guiño precioso a Pier Paolo Pasolini y al restaurante donde cenó por última vez.
El segundo le sirve para algunos chistes: la protagonista rescata de la basura el retrato en cartón, de tamaño natural y de cuerpo entero, de un cantante de K-pop. Lo hace por pura pena y para hablar luego con alguien. Ahora bien, el pop coreano es un tipo de música que Murgia amaba y que Coixet detesta. “En mi programa en Radio 3 solo una vez puse 13 segundos de una canción para que los oyentes me entendieran”. ¿Por eso ese personaje es de cartón, una metáfora de músicos de cartón piedra? Coixet estalla en risas y, sin abrir la boca, confirma por gestos la impresión.

Coixet (que ya ha acabado Quelqu’un devrait interdire les dimanches après-midi, la serie que estrenará en Francia en marzo de 2026) está impartiendo actualmente en la universidad de Nueva York un seminario para posgraduados titulado Landscapes of Intimacy (Paisajes de intimidad). “Hablo de la intimidad en el cine, de la intimidad sexual, de la soledad, de cómo el cine trata la vida íntima de las personas y de las parejas”, desarrolla. ¿Cómo es vivir hoy en Nueva York? “Es extraño. Las velocidades de la vida de los ciudadanos y la de la vida de los que mandan siempre son distintas. Pero aquí la división entre las dos categorías es inmensa. Hay muchísimo miedo a hablar, a decir lo que piensas en alto, algo que nunca había pasado antes. Más aún en un sitio tan distinto como Nueva York. La gente se está autocensurando. El otro día en una pancarta vi un lema que resumía lo que pienso: ‘La gente está obedeciendo antes de lo que toca’. Con todo, ves por la calle a los policías de inmigración, los ICE, y asusta mucho”.
En el día a día, Coixet ha ido a mítines de Zohran Mamdani, el joven demócrata progresista que combate contra el resto del espectro político por la alcaldía de Nueva York, una elección que tendrá lugar el próximo 4 de noviembre. “Es un tipo superjoven, que hace unos vídeos en TikTok divertidísimos. A ver cómo plasma sus promesas. Es genial, pero cuando asegura que va a bajar el precio de los alimentos, que va a disminuir el precio de los alquileres, ¿cómo lo va a hacer en una ciudad que vive de la restauración y del mercado inmobiliario? Complicado”.
Que el hijo de una cineasta pueda ser regidor de la Gran Manzana, ¿envía un mensaje de esperanza a otras madres directoras? Coixet acaba entre nuevas carcajadas, y confiesa su ligazón personal con Mamdani. Al cine de Coixet se ha sumado últimamente la presencia de la actriz británica con infancia italiana Sarita Choudhury (en Tres adioses, una médica comprensiva). Choudhury saltó a la fama en 1991 con Mississippi Masala, junto a Denzel Washington, y dirigida por Mira Nair, madre en la vida real de Mamdani. Por eso, “Sarita fue la canguro de Zohran en sus primeros años de vida; ahora todos estamos con él”.
