Jesucrista Superstar da guerra a Rigoberta en un ¿musical?

Cuando ideó ‘Jesucrista Superstar‘, a Rigoberta Bandini le vino una imagen de un ama de casa que diera miedo. Una mujer «carismática, magnética, pero que te puede matar». Quizá cerca de ‘Los asesinatos de mamá’ de John Waters, reflexionaba: «Me parece interesante la peligrosidad de lo femenino detrás de toda esa hiperfeminización». Este personaje fue sin duda el que vimos anoche tomar un Movistar Arena casi repleto a las 20.45 horas.

La artista irrumpió en el escenario, decorado con gigantes cortinas rojas, con una peluca rubia y una gabardina amarilla, acompañada de media docena de coristas y bailarinas, con pasos de muñeca de pilas agotadas y cierto gesto «cringe». Sonaron sin descanso, hilvanadas pese a sus múltiples diferencias estilísticas, la medio latina ‘JAJAJA’, la pizpireta «Club Xavalas Tristes» y la muy Mecano ‘Simpática pero problemática’.

Hablando de «cringe», una presentadora más problemática que simpática, apareció irritante, confundiendo el nombre de Rigoberta Bandini, simulando un insoportable concurso televisivo en el que la cantante tenía que competir.

Ahí «Jesucrista» exhibió un registro más acústico muy celebrado por el público (‘Enamorados’) y otro más bailable como exigía la presentadora desagradable. Entre medias, la heroína del show pudo congelar a la inaguantable invitada durante un tema entero que le apetecía interpretar, ‘Brindis!!’. Después, cedió el éxito ‘In Spain We Call It Soledad’, y el delirio de las 14.000 personas fue mucho.

Esta primera media hora de concierto resumió lo que estábamos presenciando: una presentación a saco de casi todas las canciones de ‘Jesucrista Superstar’, salvo aquellas que por su carácter «spoken word» o raruno no pegan en un recinto de estas características (‘Star’, ‘Cada día de la semana’), sorteadas de vez en cuando por un viejo hit. Es muy duro competir con los exitazos con que Rigoberta Bandini se dio a conocer hace casi 5 años. Hoy por hoy parece que ‘Perra’ se compuso solo para que más de 10.000 «girls & gays» terminaran coreando en un estadio lo de «quiero ser una perra». ‘A ver qué pasa’ superó ser el himno de un anuncio de cerveza el mismo verano en que salió. ‘Too Many Drugs’ antes del bis resultó tan intensa y bonita como siempre.

Pero frente a ellas, las canciones nuevas resistieron el envite gracias a una escenografía cuidadísima, retro, de lo más elegante y, qué demonios, gracias a su calidad. El decorado en un primer momento tenía un claro sabor 70’s, a medio camino entre el mítico programa americano ‘Soul Train’ (predominaron los colores cálidos, rojos, naranjas y amarillos), las actuaciones de la primera Raffaella Carrá, y los girl groups. Las coristas y bailarinas, lideradas por la aplaudida Memé, conocida por la imprescindible serie ‘Autosuficiencia’, estuvieron gran parte del show aupadas en empoderadas (sorry) plataformas circulares. La adaptación de ‘El amor’ de Massiel es, lógicamente, el tema que más se beneficia de este formato.

Ainhoa Laucirica

Tan sencillas ideas realzaron claramente canciones que un mal día nos parecieron más flojas, especialmente ‘Si muriera mañana’, con ese gran momento en que las chicas empujan la cama sobre la que parece que iba a morir Jesucrista, reviviéndola; o ‘Pamela Anderson’, cuyo «pam-pam-pam» es pura energía en directo, y que desemboca en un precioso efecto de luz en pantallas, tipo deidad (©David Bowie). Es una pena sobre todo por Luz Casal, pero a nadie se le ocurrió criticar que no salieran invitados porque el show ya vale su precio -y probablemente algo más- por sí mismo.

Entre esas cosas que pasan, hay que hablar de Esteban Navarro, que al principio se marcó un medley instrumental a los teclados, sobre el que el público chilló cosas como ‘Puedes contar conmigo’ de La Oreja de Van Gogh. Y al final se puso a correr por el escenario en círculos mientras gritaba cosas ininteligibles en catalán. También hizo un comentario sobre Madrid, de esos que resultan especialmente incómodos desde que Ayuso inventó el nacionalismo madrileño, por si no teníamos ya suficiente protagonismo. Tras tal alarde de caspa, nadie acierta a adivinar dónde comienza y termina la ironía. Pero lo seguro es que Rigoberta disfrutó del concierto casi más que nosotros: «aún no me creo que esté pasando esto», declaró. Y aseveró: «¡Sois el mejor puto público del mundo!».

AinhoaLaucirica

La concurrencia de más de 25 canciones en el setlist produce que muchas sean recortadas, nuevas y viejas, a veces produciendo cierta frustración. «¡Por favor que esta no la recorte!», se quejó una chica a mis espaldas cuando empezó a sonar ‘Así bailaba’. Y no hubo suerte. Pero el nuevo arreglo queda estupendo en algunas, a destacar el momento coral de ‘Julio Iglesias’ antes de ‘Perra’.

El show se cierra con el bis de ‘Ay mamá’, que termina recibiendo una ovación enorme, larguísima; y el hit más afianzado de esta era, ‘Busco un centro de gravedad permanente‘, con un Esteban Navarro exultante. Después, suena una outro con ‘Abraxas’ solo para que la gente canturree «Jesucrista Superstar, Superstar», y poco a poco se incorpora un karaoke colectivo de hits ajenos de Franco Battiato y luego ‘Give Me Hope, Jo’Anna’… porque por qué no. Qué tiempos aquellos en los que eran número 1 de Los 40 Principales las canciones que debían serlo.

Da la sensación de que con muy poco trabajo más, con un pequeño guión, ‘Jesucrista Superstar’ sería un enorme musical, no solo un gran concierto. Rigoberta Bandini ha prescindido de crear una historia y darle a todo un sentido narrativo, aunque fuera un tanto forzado. Peores cosas hemos visto en los teatros. De momento la opción de la artista ha sido presentar sus nuevas y viejas canciones en plan totum revolutum, lo que incluye algún que otro susto, como el paso de ‘Si muriera mañana’ a ‘La pulga en el sofá’.

Si hay un nexo común, está casi siempre relacionado con la feminidad, como el propio nombre de la era indica, y el éxito de ‘Kaimán’ certifica. «¡Eres un puto referente!», había gritado una fan a la que le habían acercado el micro en las primeras filas. También hablaron niñas. También hablaron madres curtidas que habían acompañado a sus hijas. La imagen de Jesucrista repartiendo y tomando chupitos en las primeras filas mientras interpreta ‘Amore Amore Amore’ será de las más recordadas de esta gira sin ser la más elaborada o meditada. Es la foto de una artista junto a un público al que ha dado exactamente lo que necesitaba. Pura herstory. 8,5.

Ainhoa Laucirica

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Farándula y Moda

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