Jorge Marichal (Arona, Tenerife, 1973) preside desde 2019 la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos, que representa a 15.000 establecimientos. En esos seis años ha vivido en sus carnes la crisis más grande de la historia del alojamiento, con cientos de hoteles cerrados por la pandemia, y una recuperación vertiginosa sin parangón, que en tan solo dos años ha puesto a España al borde de alcanzar los 100 millones de turistas extranjeros, casi el doble de los recibidos en 2012. Pese a ello, el turismo ha dejado de ser percibido como la gallina de los huevos de oro para convertirse en el responsable de la falta de vivienda y de la expulsión de los vecinos del centro de las ciudades para ser reemplazados por viajeros. Marichal niega la mayor. “El turismo no es el responsable de la crisis de la vivienda en España”, recalca en una entrevista telefónica con Cinco Días. Ese será uno de los ejes centrales del vigésimo congreso nacional de los hoteleros, que se celebrará del 19 al 21 de noviembre en Cartagena y que tiene como principal lema “Cuidamos del turismo”.
P. El verano ha ido peor de lo esperado. Algunas grandes hoteleras como Barceló, ya hablan de cambio de ciclo en el turismo. ¿Es hora de encender las alarmas?
R. No. Lo que está pasando no es malo, sino que forma parte de la normalidad. Desde la salida de la pandemia, la llegada de turistas a España ha crecido a ritmos muy elevados y eso no podía durar para siempre. Hemos llegado a una estabilización de las entradas y la industria hotelera lo ha hecho con la planta alojativa totalmente reformada. Tenemos los mismos hoteles que en 2019, pero se han reducido los de dos y tres estrellas y han aumentado los de cuatro y cinco estrellas, lo que nos posiciona mejor en los segmentos de más calidad.
P. El objetivo de llegar a los 100 millones de turistas al cierre de 2025 se desvanece, pero el año se podría cerrar con 98 millones, casi el doble de los que se recibían en 2012. ¿Es hora de decrecer?
R. Es hora de imponer la cordura. España es un país muy grande y muy diverso y no podemos cercenar ahora un crecimiento en algunos destinos que todavía pueden ganar tamaño. Hay otros que sí están saturados, donde los esfuerzos deben orientarse a propuestas de valor cada vez más completas para seguir siendo uno de los líderes mundiales en la actividad turística y donde el crecimiento de la planta alojativa, tanto hoteles como viviendas vacacionales, tiene que estar controlado. Aunque eso no es ninguna novedad, ya que, por ejemplo desde 2023, en Canarias solo se pueden construir hoteles de cuatro y cinco estrellas y siempre que respeten determinados requisitos medioambientales. Y luego hay muchísimos microdestinos que todavía están por ser explotados, que pueden tener un recorrido y es donde tenemos que centrar todas las iniciativas de crecimiento.
P. El principal cambio desde la pandemia ha sido el rechazo al turismo masivo por el impacto negativo que ha tenido el encarecimiento del precio de la vivienda y de la expulsión de los vecinos fuera de sus casas. ¿De quién es la culpa de esta situación? ¿Cómo se puede solucionar?
R. Desde algunas administraciones públicas se han buscado chivos expiatorios para esquivar responsabilidades y el turismo ha sido el elegido para culparle de la crisis de vivienda en España. El turismo no es el responsable. La culpa la tiene la desidia de las administraciones para construir vivienda, sobre todo protegida, desde 2009 y de no ejecutar las inversiones necesarias en infraestructuras para adaptarlas al crecimiento de la población. Todo ello ha provocado que al final la gente no tenga vivienda, no tenga carreteras y disfrute de un transporte público deficitario.
P. Frente a las críticas de las administraciones, la industria hotelera apunta a las viviendas turísticas como el foco dónde empezó el rechazo a los viajeros.
R. La planta alojativa de España se ha duplicado cuando la hotelera no ha crecido. Se ha dejado que una actividad como el alquiler de vivienda turística crezca sin control, sin ninguna regulación y sin ningún requerimiento mínimo de garantías de calidad. Esas viviendas ya suman 1,9 millones de plazas frente a las 1,5 millones de los hoteles. Y han provocado que miles de personas hayan visto duplicado el precio de su alquiler y se hayan tenido que ir a vivir a 40 kilómetros de su ciudad cuando antes iban andando a su trabajo.
P. Una de las razones que ha provocado esa ralentización de la llegada de turistas ha sido el crecimiento de las tarifas, con precios medios que superan los 150 euros por habitación doble. ¿Cree que son sostenibles esas tarifas?
R. El mercado es el que tiene que fijar las tarifas. Cuando la demanda sube, los precios también se incrementan. Hay muchas empresas, especialmente fondos de inversión, que han comprado hoteles y los han reconvertido con inversiones multimillonarias. Eso conlleva una mayor tarifa. También ha influido que se ha atraído a más viajeros de otras zonas del mundo, como Asia o América, con un mayor poder adquisitivo y con capacidad para pagar precios más elevados.
P. ¿Existe el riesgo de que haya un trasvase de viajeros a otros destinos más baratos como Turquia, Marruecos o Egipto?
R. Existe ese riesgo, pero en gran medida porque somos menos competitivos que ellos. Las exigencias medioambientales para los hoteles en Marruecos son mínimas frente al alud de normas que tenemos que cumplir y los salarios en Turquía son mucho más bajos, ya que apenas suponen el 8% del total del gasto , cuando en España llega al 30%. Estamos obligados a no rascarnos el ombligo pensando que esto va a ser así siempre, ya que hay mucha gente trabajando para crecer en otros destinos. Pero esa menor competitividad la seguimos supliendo con seguridad, tanto física como jurídica, con infraestructuras, con un mejor servicio al cliente o con sanidad.