Más adelante, frente a la condición vertical, Valls Boix defiende las bondades de la horizontalidad. Sus reflexiones beben directamente de dos fuentes: el trabajo teórico de la filósofa italiana Adriana Cavarero (que en 2012 publicó el libro Inclinaciones) y el poema Silvia Plath titulado Soy vertical, que contiene versos como: Para mí es más natural estar tendida. / Es entonces cuando el cielo y yo conversamos con libertad.
“La idea del ser horizontal tiene que ver con romper esa fantasía del sujeto vertical, solipsista, aislado, que todo lo puede solo. Somos interdependientes. Estamos siempre sostenidos y sosteniendo a otros, desde aquellos que nos enseñan a hablar a los microorganismos que regulan nuestro organismo. Lo que quiere decir que, de manera metafórica, siempre estamos tumbados en otros cuerpos”, desarrolla el autor, hilando este último concepto con su particular lista de derechos perezosos –a saber, el derecho a la propia pereza, a la huelga, a la jubilación, a la ciudad y a la literatura–. “Vivimos en la era de la insatisfacción constante porque alimentamos la ilusión de que nunca hacemos lo suficiente. Siempre se puede ser más pulcro, más bella, más divertida. Sin embargo, la realidad es que hay mucho en nuestra existencia que es perezoso porque cae, decae, es oscuro, es confuso, es clandestino, no produce”, continúa.
¿Podrías elaborar más esta última idea? “En el momento en el que la cultura del trabajo no nos pide tanto diligencia y disciplina como entusiasmo, motivación e ilusión, asistimos a una forma radical de obediencia y a una pérdida completa de la crítica, porque asumimos que el cansancio, la tristeza, la rabia, la melancolía o el hartazgo son emociones que no son correctas, que no han de enseñarse. ¿Por qué? Porque no son productivas. Porque, en esa carrera con los demás que tan bien representan tendencias digitales recientes como los ‘get ready with me’, ‘that girl’ o las ‘tradwives’, suponen dejar de correr”, profundiza.
Antes de despedirse, eso sí, Juan Evaristo Valls Boix introduce un motivo para el optimismo. “Es muy interesante ver el modo en el que aparecen en pantalla últimamente ficciones de lo que a veces se denominan ‘mujeres desastre’: Fleabag, Shiva Baby, Frances Ha, La peor persona del mundo… Son todo imágenes de mujeres que constantemente están desatendiendo a los imperativos de la sociedad. El imperativo de la belleza, el imperativo de la maternidad, el imperativo de la productividad, el imperativo de la heteronormatividad. Todos estos personajes que he señalado, que son ficciones muy mainstream, son un desacato al entusiasmo capitalista que invisibiliza perfectamente cualquier discrepancia con el sistema. Esto, unido a la proliferación de memes irónicos con la cultura ‘get ready with me’, me parece que apuntan a un cambio de sensibilidad. Me parece que señalan que en la sociedad sabemos que esos ideales inalcanzables son mentira, y que ni siquiera son deseables. Y ese cambio de la sensibilidad social me parece valioso”, concluye.