Karol G, portada de ‘Vogue’ España: “Hace como unos dos o tres años me dije: ‘Si de verdad voy a vivir de esto, necesito ser lo más yo posible’”

Karol G es portada del número de julio de 2024 de Vogue España

Vestido Delauney en tul elástico rojo, de Ernesto Naranjo; y pendientes Cinzia, de Laura Lombardi.Fotografía: MICAIAH CARTER / Estilismo: NATASHA HESTER

En tiempos prepandémicos, cuando La Bichota aún no había sido coronada como reina absoluta del reguetón y el género urbano, una en parte algo desconocida Karol G se prestó a participar en la edición de La Voz España de 2019. El programa, en el que hacía las labores de asesora del coach Antonio Orozco, le sirvió a la de Medellín para mostrar su carácter sencillo y su capacidad de empatía al público local. “Lo recuerdo como un tiempo muy lindo, porque viví tres meses en Madrid. Los horarios para grabar eran larguísimos: me recogían a las cuatro de la mañana y me volvían a llevar a la casa como a las diez de la noche. Compartía todo el día con los otros jueces, con la gente de producción y con Eva González, con quien tengo una amistad superlinda todavía a día de hoy. Hablamos mucho. Y creo que muchas personas en España pudieron conocer más de mí gracias a este proyecto”, ahonda la artista, que no deja de celebrar y poner en valor cada paso que ha supuesto un avance en sus casi dos décadas de trayectoria.

¿Acaso un éxito tardío contribuye a afianzar la sensatez?

Todo se lo debo al proceso por el que tuve que pasar. Siempre que tengo la oportunidad de hablar de ello, me gusta hacerlo. Siento que, ahora, algunos influencers y artistas muestran en las redes sociales que se ganan las cosas muy rápido o muy fácil. La consecuencia es que, luego, la gente está en sus casas de cierta manera odiando el proceso de sus proyectos; preguntándose por qué al otro le llegó así de rápido, por qué en esa cantidad, por qué de esa forma y por qué a ellos no les pasa. Y mi realidad es diferente. Yo empecé en el 2006. Fue la primera vez que mis papás firmaron un contrato por mí, porque yo era menor de edad y me mudé de Medellín a Bogotá, donde trabajaba, entre comillas, para una compañía haciendo música y muchas otras cosas. He ido granito a granito, escalón por escalón. Por eso soy tan consciente de lo mucho que me costó. A veces, he pensado en qué sería de mí mañana si ya la música dejara de funcionar. Si, por cierta razón, las cosas cambiaran. No me asusta, porque sé lo que es empezar de cero. Y es una experiencia muy útil en caso de tener que reinventarse.

¿Te preocupa que un exceso de solemnidad o de responsabilidad termine por empañar el trasfondo de disfrute que hace que una buena parte de este trabajo tenga sentido?

Hace como unos dos o tres años me dije: ‘Si de verdad voy a vivir de esto, necesito ser lo más yo posible’. Por mucho tiempo, estuve tratando de encontrar ese personaje que le gustara a todo el mundo: hasta editaba una foto antes de compartirla y luego me tomaban otra en la calle y ya no parecía yo. Entonces, se hacía como la supernoticia porque hasta las fotos eran diferentes. Llegó un día en el que empecé a pensar de una forma más relajada en cuanto a la necesidad de actuar, vestirme o hablar de una manera concreta. Cuando estoy trabajando, muestro toda la seriedad del mundo, pero, el resto del tiempo, literal, me cojo esto de parche, como decimos nosotros en Colombia, porque soy molestona, soy bromista, me gusta hacer juegos constantemente. Aunque sí reconozco que vivo con un pequeño miedo constante, y es ese miedo a cometer errores ante los ojos de millones de personas. ¿Porque qué pasa? Pues que soy humana. No le estoy poniendo filtros a esto: como hablo, hablo; lo que pienso, lo digo; como me visto, me visto; como quiero hacer las cosas, las hago. Y hay un margen de error muy pequeño entre hacer algo que a ti te gusta y herir la sensibilidad de algunas personas. Soy consciente de que, en cualquier momento, puede romperse algo por algún pensamiento muy propio que no coincida con el de la mayoría de mis fans. Esa es una preocupación que no consigo aislar. Pero prefiero vivir así, dentro de mi expresión más genuina. Así estoy más tranquila y disfruto más todo.

Karol G es portada del número de julio de 2024 de Vogue España

Top de punto con drapeado alrededor del icónico Keyhole, falda pareo atada en la parte delantera y pendientes asimétricos de latón dorado con perlas cultivadas, todo de Schiaparelli.Fotografía: MICAIAH CARTER / Estilismo: NATASHA HESTER

Ese miedo es muy compartido por otros personajes públicos desde la irrupción de la cultura de la cancelación. ¿Consideras que en este mundo de reacciones instantáneas la complejidad y los matices del mensaje son cada vez más difíciles de transmitir?

Sí, siento que la gente empieza a crear una imagen de uno a partir de nuestras acciones, pero también del comentario que estas suscitan en las redes y en los medios. Muchas veces, son habladurías que tú no puedes cambiar. Y hoy en día pasa mucho con las noticias falsas que inventan ciertos medios para generar tráfico en sus plataformas. Es como si tu verdadero yo estuviera compitiendo con esas sesenta personalidades diferentes que te imputan en la conversación digital. Este es un punto delicado, peligroso y muy difícil de controlar. Y, por otro lado, hay cierta cultura de endiosar a los artistas con la intención de verlos caer. Las mismas personas que te han dado algo se encargan de quitártelo. Tus opiniones tienen que ser completamente neutras. Lo que es muy parecido a no dar ninguna opinión. Cuanto más grande se hace tu exposición, más delicado se vuelve todo. Eso hace que sientas una presión de perfección, y te comparto que yo la siento. Es una cosa que está ahí, respirándole a uno en el cuello constantemente. A veces, la gente se empeña en satanizar en público lo que ellos mismos hacen en privado.

Hablemos de la renovación en el reguetón con el triunfo rotundo de la nueva ola de artistas femeninas. ¿En qué sentido crees que ha evolucionado el género urbano en los últimos años? ¿Era (o es) la industria tan machista como habitualmente se dice?

Tengo que reconocer que en realidad pasaban más cosas de las que yo hablo, más cosas de las que cuento. El hecho de que por ser mujer se cuestionara tanto lo que hacía. O de que fuera, en cierta forma, negociable. Cosas del estilo: ‘Si quieres esta oportunidad tienes que hacer esto’ o ‘A mí me pasa esto contigo’… Comentarios que parecían irreales. Era imposible de creer que, mientras tú trabajabas por algo, te encontraras con comentarios donde, por ser mujer, tenías que entrar en una especie de negociación para que pudiera funcionar. Y, en otro aspecto, también estaba la forma de consumir de la gente. No es solo la industria lo que es machista, sino que recuerdo que, cuando yo estaba empezando, había gente que decía que una mujer cantando música urbana o reguetón no pegaba. Pero no fui yo sola. Desde las que venían antes hasta artistas actuales como Becky G, Natti Natasha, Rosalía, Anitta…cada una estaba peleando contra todos esos muros y como que, casi sin pretenderlo, juntas creamos esta nueva parte de la historia donde está este otro punto de vista que la gente quiere escuchar y quiere ver: cómo lo dice, cómo lo cuenta una mujer.

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