Kesha ha encontrado la felicidad en la independencia, en la autoedición, en la autosuficiencia. Como mínimo, en lo musical. Es el paso lógico tras haberse sentido durante toda su carrera en una cárcel, en concreto la de Kemosabe, el sello de Dr. Luke. Aparcado el litigio, ‘.’, que se lee «Period» (todos los títulos de este álbum suman un «y punto» al final), es el primer lanzamiento de Kesha Records.
Solo esta circunstancia explica cómo un disco de pop puede empezar con un tema llamado ‘FREEDOM.’ que pasa de ser new age o ambient a góspel, con trazos de piano house, sonido Madchester y recuerdos de ‘Sister Act’. «Solo bebo cuando estoy contenta, y ahora mismo estoy borracha», explica en esta composición, para más señas. Y solo esta gran dosis de libertad puede explicar que este disco continúe de manera tan loca como lo hace.
Si ‘FREEDOM.’ se presupone un puente entre el álbum anterior, más introspectivo, y «Period», lo que escuchamos a continuación solo nos lo podría ofrecer Kesha: un single con un sample de polka (‘JOYRIDE.‘), seguido de otro que no me atrevo a calificar como «country», por mucho que ella pasara su infancia en Nashville. ‘YIPPEE-KI-YAY.‘ es un delirio marca de la casa, en el que la cantante se roba un micro, asalta un karaoke y canta a destiempo y fuera de tono. Si te parece que Kesha está chillando en esta parte del álbum, es porque de hecho está cantando sobre eso mismo.
Es una alegría escuchar a Kesha tan desatada en estos singles asustaviejxs, carne del Billboard Bubbling Under. Y lo es más aún que siga sabiendo hacer canciones normales, porque no sé cuántos ‘JOYRIDEs.’ y cuántos ‘YIPPEE-KI-YAYs.’ mis oídos son capaces de tolerar dentro de un solo disco.
‘LOVE FOREVER.’ es una estupenda producción tipo Daft Punk, desarrollada por Stuart Crichton, y Zhone y la misma Kesha están bastante acertados a los mandos de tracks como ‘DELUSIONAL.’. Este disco habla de una ruptura y gran parte de las letras ridiculizan a un ex, en este caso porque el tipo se enfadó cuando la cantante no le llevó a una fiesta de Taylor Swift. Lo cual es bastante gracioso, porque ‘DELUSIONAL.’ suena un poquito a melodía de Taylor Swift.
En la divertida ‘RED FLAG.’, trata de evitar sentirse atraída por «losers», aunque lo bueno es que la música parece pisar el acelerador dirigiéndose hacia ellos, como quien no puede evitar acercarse a un precipicio. Y ‘BOYCRAZY’ se ha lanzado en el Pride Month porque es una celebración de los hombres, bastante marica, incluso en su vídeo, con la letra diciendo cosas como «los chicos son mi cocaína».
La vena hyperpop de este tema (bastante comedida) ha encontrado un mayor desarrollo en algún remix que se ha añadido posteriormente a la edición deluxe del disco (aparece AG Cook), mientras otras voces de Kesha siguen siendo posibles en la disco funk ‘TOO HARD.’ y en la balada ‘CATHEDRAL.’. No será tu canción favorita ni la que complemente un disco redondo, pero sí una que ayuda a comprender quién es la artista hoy. «Yo soy la catedral, finalmente en casa, la vida fue letal / Ahora soy la sabia, soy el altar, soy el Espíritu Santo (…) Pero yo soy la que necesitaba el perdón / Yo soy la catedral».