La boda en Almería de Celia y Nicolás: una celebración bohemia en un entorno semidesértico
Hay una frase referida al amor que dice: “tantos siglos, tantos mundos, tantos lugares y coincidir”. Esta frase define al completo la historia de amor de Nicolás Fernández y Celia Tripiana. Él, un asturiano cuya familia, tras ver un documental de Cabo de Gata, decide un verano bajar al sur. Ella, una chica de Almería que veranea en un pueblo muy especial, San José, en Cabo de Gata. Y fue ahí donde surgió una historia de amor que empezó siendo un amor de verano y que, tras años de distancia, se forjó en Madrid y perdura en el tiempo.
Alejandro Onieva
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Con el mar mediterráneo de telón de fondo, en las dunas de Mónsul ( situadas en el Parque Natural Cabo de Gata), mientras disfrutaban de un vino y veían los tonos dorados del atardecer, fue el lugar donde esta pareja disfrutó de la pedida de mano. Y como no podía ser otro escenario posible, en el mismo Parque Natural de Cabo de Gata-Nízar, ha sido donde la pareja en una celebración íntima y mágica se ha dado el «sí quiero» el tres de mayo de este año.
Una decoración bohemia con presencia de elementos naturales
En pleno corazón del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, donde el paisaje árido y casi lunar de Almería despliega su belleza más salvaje, la decoración de esta boda logró fundirse con el entorno sin perturbar su esencia. Inspirada en la naturaleza con un delicado guiño bohemio, la propuesta de Gracia y la Penca supo integrar una paleta de verdes que emergía entre rocas, generando una atmósfera de ensueño. En la ceremonia, una instalación de pladur enmarcaba las vistas al mar de Los Genoveses: una ventana escultórica de tres arcos que enmarcaban el horizonte. Las alfombras de yute sobre la tierra marcaban el camino al altar y dos cojines tipo zafú del mismo material, situados en un banco de madera, eran los asientos de los novios.
Alejandro Onieva
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Y siguiendo con el estilo, la decoración del convite y la celebración se articuló en torno a una estética rústica y luminosa, con una paleta de tonos beige y verde agua que aportaba frescura y naturalidad al entorno de La Fábrica de Genoveses. El mobiliario y el menaje, proporcionados por Eventos Almeraya, combinaban salvamanteles de yute, cristalería acanalada y textiles de lino que se integraban a la perfección con la arquitectura del espacio. Las mesas, dispuestas bajo una estructura de luces en forma de carpa -cedidas por Rentaltodo-, brillaban con una atmósfera cálida y envolvente en la cena. Sobre ellas, centros de flores silvestres diseñados por Gracia y La Penca, con composiciones que mezclaban nigella, anigozanthos, espuela de caballo, limonium, briza, molucella, setaria, chasmantium latifolium, gerberas, musgo, phormium y aspidistra. El seating plan, confeccionado en tela y decorado con flores naturales cosidas a mano, al igual que las minutas y fotografías que regalaron los novios a las parejas de prometidos, fueron impresas y deshilachadas por parte de la novia con la ayuda su madre y hermanas, aportando un toque rústico y diferente.
Alejandro Onieva
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El look de la novia: vestido boho-chic con joyas en el pelo
La novia deslumbró con un vestido vaporoso de Santa Eugenia Atelier, una creación de espíritu boho-chic que combinaba romanticismo y naturalidad. Con un cuerpo plisado tipo bambula, escote bardot y mangas con flores bordadas en blanco y acabadas en un delicado deshilachado, el diseño fluía con ligereza en la atmósfera rústica de la celebración. Celia completó el look con unas sandalias de tiras en tono beige con plataforma de Flor de Asoka y un original tocado de Airun Tocados: una joya para el pelo en forma de cadena dorada con cuentas blancas que recorría su melena suelta con ondas desenfadadas y sofisticación.