Una boda en Cantabria: la celebración íntima de María y Fernando
María y Fernando se conocieron por unos amigos en común en una noche de fiesta cuando él tenía 17 años y ella 16. “Al cabo de unos meses empezamos a salir y seguimos juntos desde entonces. Un amor juvenil que con el tiempo se ha transformado en una relación madura y llena de momentos compartidos”, nos cuenta la novia.
En abril de 2023 decidieron que era el momento de dar un paso más en su relación. “Nos fuimos a pasar un fin de semana a Oporto y en un mirador, mientras veíamos una preciosa e inesperada puesta de sol, tras un día de lluvia, me lo pidió. Fue un momento cargado de emociones y ganas de seguir construyendo juntos después de tantos años», añade María.
Después de casi un año y medio de preparación, María y Fernando celebraron su boda el pasado 7 de septiembre de 2024. “Aunque vivimos en Madrid, los dos somos de Cantabria y no había duda de que la boda la teníamos que celebrar allí”, explica la pareja. Para la ceremonia religiosa eligieron la iglesia de San Martín, en Cigüenza, de estilo barroco colonial. “Entrar a la iglesia del brazo de mi padre y ver a toda nuestra familia y amigos, y a Fer esperándome fue de mis momentos favoritos. La misa fue también un momento muy especial, tuvimos la suerte de que el sacerdote era mi tío abuelo lo que le dio a la ceremonia un toque muy cercano y personal”, recuerda la novia. Posteriormente se desplazaron al Palacio de Caranceja, un palacio rehabilitado del siglo XVII con mucho encanto, perfecto para una boda íntima como la que deseaban María y Fernando.
Kiwo
Kiwo
Los novios se encargaron hasta el más mínimo detalle, porque querían que su boda reflejase fielmente a ambos. “No hubo ninguna inspiración o temática concreta para la decoración. Como todavía era principios de septiembre, queríamos aprovechar y reflejar esos últimos momentos de verano tanto en la papelería como en las flores, por lo que recurrimos a tonos pastel en rosa, amarillo, naranja, violeta, burdeos… y, por supuesto, verde. En las mesas, añadimos también unas velas que complementaban el resto de la decoración”, cuentan.
Sobre su momento preferido de la boda dicen que jamás podrán olvidar su primer baile al atardecer: “Fue tan idílico como suena. Confieso que hasta esa misma mañana sufrimos con el tiempo, el norte es, en general, muy impredecible y en toda la semana previa a la boda no paró de llover. La previsión para el sábado no paraba de variar, teníamos el plan B preparado pero, por suerte, no tuvimos que utilizarlo ya que finalmente pudimos disfrutar de un día perfecto de sol y nubes y una temperatura inmejorable”.
El vestido de la novia estuvo inspirado en el que llevó su madre el día de su boda
María se puso en manos de Castellar Granados para el diseño y la confección de su vestido de novia. “Mi inspiración era el tejido del vestido de novia de mi madre y en la primera visita a su atelier me enseñó un jacquard de seda que era justo lo que estaba buscando”, desvela María.