La boda en Madrid de Blanca y Gonzalo
La historia de amor de Blanca y Gonzalo es una de esas que surge cuando menos te lo esperas. “Nos conocimos a través de Gabi, un buen amigo en común que fue al colegio conmigo y a la universidad con Gonzalo”, recuerda la novia. “Fue hace unos 3 años aproximadamente aunque habíamos coincidido en fiestas antes. El azar hizo que nos reencontráramos en el momento indicado. Ninguno tenía ninguna pretensión, ni intención, pero de una manera inesperada y bastante natural acabó surgiendo una relación maravillosa”, añade. Con nostalgia, Blanca también recuerda aquella primera cita que los trajo hasta el altar: “Nuestra primera cita fue un domingo de resaca y consistió en una buena conversación probando vinos naturales. Los vinos desembocaron en una cena en un restaurante sichuanes. La cita acabó con lluvia y un beso. Fue perfecto y muy improvisado”.
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Blanca y Gonzalo lo tenían claro desde el principio. La pedida de mano tuvo como telón de fondo los preciosos acantilados irlandeses. “Me lo pidió en Irlanda, donde yo había estudiado dos años. Fuimos el verano pasado a recorrerlo y se arrodilló en un acantilado”, explica la novia. Un año más tarde, celebraron su boda en Madrid, concretamente en el Monasterio Pelayos de la Presa, un monasterio en ruinas.
Los dos vestidos de novia de Blanca
Para la ceremonia, Blanca se puso en manos de Juan Vidal. “Fue un gusto hacerlo con él. Pude hacer muchas pruebas y supo entenderme y manejar mis nervios, que no fue algo fácil. Además, empezamos el proceso tardísimo, en el mes de marzo”, nos desvela la novia sobre el vestido que diseñó para ella el diseñador alicantino.
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Para la fiesta, se cambió a un vestido de Susan Fang, una firma lanzada en 2017 que se caracteriza por el uso de volantes y abalorios en sus diseños. «Yo estaba empeñada en comprar un vestido prêt-à-porter y, en navidades, me decidí por un vestido de Susan Fang que tardó la vida en llegar y, cuando llegó, encima, no me sentaba bien. Con suerte, mi madre lo rehizo y pude llevarlo de segundo vestido ya que era totalmente yo”, admite.
Para completar el look, llevó unas sandalias de tiras de Alohas. En materia de joyas, Blanca llevó unos pendientes de Leandra Studios y un anillo vintage de su madre.
Una boda inspirada en la Grecia clásica
La boda en Madrid de Blanca y Gonzalo tuvo una inspiración muy clara: la Grecia clásica. Para cumplir con dicha temática apostaron por hacer una performance con bailarinas que emulaban esculturas griegas, telas satinadas, uvas y una paleta cromática en tonos verdes y marrones. “Queríamos algo que fuese diferente y atrevido, pero elegante y clásico a la vez. Gonzalo es apasionado de la historia y yo del arte y la arquitectura, así que cuando Sara, nuestra wedding planner de Cordero Atelier, lo propuso nos pareció que encajaba muy bien sin ser ñoño”, cuenta la pareja.