Una boda en Madrid inspirada en las carreras de caballos de Ascot
Carolina y Álvaro se conocieron en el trabajo hace casi cuatro años. “Cuando ya la cosa iba en serio decidimos que trabajar y convivir juntos no era la mejor idea”, explica la pareja. Apostaron por su relación y decidieron dar un cambio de rumbo a sus vidas laborales. Esta apuesta acabó en boda, celebrada el pasado 5 de octubre.
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La pareja eligió la Capilla de Nuestra Señora de Begoña, en la Florida, Aravaca. Para el posterior cóctel y banquete eligieron el Hipódromo de la Zarzuela. “No habíamos ido a ninguna boda aquí, pero nos parecía un sitio ideal para nosotros. Al aire libre, con una de las mejores vistas de Madrid y al lado de la iglesia, más fácil imposible. Además, el punto de ser originales y hacerlo en un sitio diferente nos animó definitivamente a decidirnos por el hipódromo, a pesar del reto que suponía a nivel de organización”, cuenta la pareja. Para superar este reto, la pareja contó con la ayuda de Ana Cano, wedding planner.
La temática que eligió la pareja, acompañando este enclave tan especial, fueron las populares carreras de caballos de Ascot. “Tanto el mobiliario como la idea de poner champán de inicio a fin iban en esta línea”, dice la pareja. “Para el momento de la comida, queríamos darle un toque más acogedor y para ello utilizamos una carpa beduina muy bonita que decoramos con flores y frutas estacionales simulando un gran jardín. Lo más especial fue que colgamos un sinfín de flores del techo en tonos rosas, rojos y naranjas que dieron un sensación de frescura muy bonita”, añaden.
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El vestido de la novia: un homenaje a sus raíces
Para su gran día, la novia quiso lucir un diseño de Victorio & Lucchino en homenaje a sus raíces sevillanas. Completó el look con unos zapatos de tacón dorados de Mint & Rose, que luego cambió por unas alpargatas de Gaimo. En materia de joyas llevó unos pendientes de diamantes y esmeraldas que le regaló el novio por la pedida, de la joyería Nicols, igual que su anillo de compromiso. Otro guiño a Sevilla fue el ramo de la novia y el tocado de flores que llevó en la fiesta, cosa de Matilde Romero de Solís, un taller de flores de Sevilla.