Una boda en Sevilla: el lugar en el que nació el amor de Marta e Ignacio
Marta e Ignacio son el día y la noche, pero su historia de amor es una de esas que prueba que lo diferente puede ser mucho más divertido si se le da una oportunidad. Ella trabaja en moda y se define como extrovertida y muy pasional, mientras que él es ingeniero y su personalidad es mucho más tranquila. Su mundo se puso patas arriba el día que se conocieron, hace ya 5 años.
“Nos conocimos a través de unos amigos, la verdad que fue bastante fortuito”, cuentan. Su relación comenzó marcada por la distancia. “A Ignacio lo acababan de destinar a una obra en Badajoz y yo me iba a los 3 meses de conocernos a vivir a Milán, para empezar un master. Seguimos entre Milán y Badajoz, Coruña-Sevilla, Barcelona-Madrid… Han sido unos años muy intensos, pero también muy bonitos. Siempre lo hemos tenido muy claro y teníamos el mismo objetivo: respetar nuestras carreras profesionales, pero sabiendo que eso tendría un fin y que acabaríamos juntos en la ciudad que fuese” añaden
Plata.Forma
Plata.Forma
Así pues, la pedida de mano llegó en Semana Santa de 2023, concretamente en Lanzarote. “No me esperaba nada porque Ignacio no me había dado ninguna pista y no tuvo ningún desliz. Su estrategia era llevarse el anillo al viaje, y el día que mejor le encajara el plan, se llevaba el anillo. Y así fue, en un acantilado viendo el atardecer», explica Marta.
La boda se celebró el pasado 15 de julio, en Sevilla, la ciudad natal de ambos y en la que se conocieron. Concretamente en la Hacienda San Juan del Hornillo. “Lo que más me importaba era encontrar un lugar que me transmitiera algo y que no hubiera ido ya en otras bodas, quería hacerlo nuestro. Y la verdad que fue el primer sitio que visitamos y nos encantó cuando lo vimos, nada más salir dije: sé que va a ser aquí”, cuenta la novia.
El vestido de novia: un diseño de Redondo Brand
En cuanto al vestido de novia de Marta, confió en un buen amigo suyo: Jorge, diseñador de Redondo Brand. “No me hubiera imaginado proceso sin él. Fue una tranquilidad desde el principio y disfrutamos muchísimo el proceso”, explica Marta. La novia no tenía ni idea de cómo le gustaría que fuese su vestido, pero confió 100% en la visión creativa de Jorge. «Le llevamos a Jorge una mantilla de mi abuela. Tenia ciertas dudas de si quedaría bien o si quedaría demasiado antiguo y no quería ese efecto. Finalmente consiguió darle un punto diferente y quedó precioso”, confiesa.