La boda en Sevilla de Rocío Arreciado y Juan Antolín
Dicen que de una boda sale otra boda y, Rocío y Juan, son la prueba de que ese refrán popular tiene mucho de cierto. Se conocieron hace nueve años en otro enlace nupcial y terminaron pasando también por el altar el pasado 17 de mayo. Rocío Arreciado (Sevilla, 1994) es diseñadora de moda en Londres, y ha trabajado como diseñadora en firmas como Inditex, Delpozo, y varias firmas londinenses como Preen by Thornton Bregazzi y Rat & Boa. Su ahora marido, Juan Antolín (Madrid, 1986) se dedica al mundo de la economía y las finanzas. Él ha desarrollado toda su carrera profesional en Londres, lugar en el que vive con Rocío desde 2017.
El año pasado, con motivo del 30 cumpleaños de Rocío, Juan le pidió matrimonio en Cerdeña. “Organizó un viaje completamente sorpresa y fue un auténtico sueño. Nos quedamos en Dune Piscinas, situado en medio de unas remotas dunas a pie de playa, al oeste de la isla”, recuerda Rocío sobre aquella noche de su cumpleaños que se ha vuelto inolvidable para la pareja.
Rocío Arreciado y Juan Antolín se dieron el ‘sí, quiero’ en Sevilla, ciudad natal de la novia. Pasaron por el altar en la Catedral de Sevilla, en la Parroquia del Sagrario, y el banquete tuvo lugar en la Hacienda Los Molinos de Maestre, que data del siglo XVII. “Tuvimos muchísima suerte con la disponibilidad, la Parroquia del Sagrario ha estado en restauración los últimos 3 años y se finalizo el pasado Septiembre de 2024. La Hacienda Los Molinos de Maestre la recomendaría enormemente, tiene unos espacios preciosos, muy bien conservados”, explican
Alejandra Salido
Alejandra Salido
Los novios tuvieron clara la temática de la boda desde un primer momento: querían buscar la sencillez y la coherencia con el espacio elegido. “Queríamos que fuese como una comida primaveral en Sevilla, de estética romántica, como soy yo”, confiesa Rocío.
Una decoración de estética romántica con guiños a Londres
Los novios persiguieron esa estética romántica a través de diferentes guiños en la decoración. “Mi madre pinta porcelana y, en agosto, se nos ocurrió la loca idea de usar todas sus vajillas para la boda. Fueron un total de 23 vajillas diferentes. La vajilla presidencial la pintamos mi madre y yo las últimas navidades, buscando referencias en libros de verduras. Son verduras del huerto y mariposas.Entre mi madre y yo fuimos completando y pintando los juegos. Eran todas de temáticas distintas, mi favorita y la que mas trabajo tiene era la vajilla de japonesas con kimonos en distintos colores”, cuenta Rocío.