La boda en Toledo de Mónica y José Carlos: una ceremonia en el Monasterio de San Juan de los Reyes
Hay lugares que marcan un antes y un después. Para Mónica Rodríguez y José Carlos Valiente, ese lugar fue un pueblo de Toledo durante las fiestas de la Cruz de Mayo. Era un 3 de mayo de 2015, y sin conocerse, sin tener amigos en común, siendo ambos de pueblos cercanos, coincidieron una noche de primavera bajo música y risas, y entre canción y canción, empezaron a bailar juntos. Diez años después, fieles a la magia de aquel primer encuentro, decidieron celebrar su boda en la misma fecha. Un símbolo, un cierre de ciclo, o mejor dicho, un nuevo comienzo se daba en ese mismo día.
Mosu Studio
La ceremonia tuvo lugar en el imponente Monasterio de San Juan de los Reyes, en Toledo, un espacio que une historia, solemnidad y belleza del gótico isabelino. Una boda entre los muros centenarios que de alguna forma rendían tributo a la solidez del amor que han construido los novios, piedra a piedra, durante una década.
Una decoración cálida que giraba en torno a la invitación de boda
El convite tuvo lugar en la Finca Lavadero de Rojas, un enclave rodeado de naturaleza y con un encanto rústico que convirtió la celebración en un auténtico sueño al aire libre. Desde el primer momento, Mónica y José Carlos tuvieron claro que querían que su boda girase en torno a un símbolo: un jarrón con flores en tonos cálidos -rosa, rojo y naranja-, presente en la invitación diseñada por Atelier Belu. “El jarrón representa el hogar, ese lugar donde uno se siente a salvo, querido, en paz. Y las flores y los elementos festivos son una celebración de la vida, del amor que florece y de la belleza de compartirlo con quienes forman parte de nuestra casa, de nuestro círculo más cercano», explican.
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Ese mismo concepto se trasladó a todos los elementos decorativos: desde el seating plan y las minutas hasta a la decoración floral del monasterio y los centros de mesa. En la ceremonia, una inspiración silvestre y en tonos empolvados realizada por H&D Foto y Flor enmarcó la majestuosidad del lugar. Y en el banquete y el seating plan, Maua Estudio Flora fue el encargado de trasladar la gama de colores a la decoración de los centros de mesa.
Un vestido con alma de época y tejidos contemporáneos
Para su gran día, Mónica confió en Alejandra Oria para crear un vestido que escapase de lo convencional. “Desde el principio tenía muy claro que quería un vestido que evocara un aire de época, pero con tejidos contemporáneos, que reflejara mi personalidad y lejos del blanco tradicional, y sobre todo, que fuera cómodo para poder bailar y disfrutar de él todo el día. Tenía claro que las mangas tenían que ser las protagonistas, y a partir de esa idea fuimos construyendo el diseño.”, nos cuenta.
Finalmente el diseño del vestido, se materializó en un dos piezas, con el cuerpo confeccionado en seda salvaje y un diseño estructurado que incluía unas mangas abullonadas de una sola pieza, terminadas en jaretas que generaban un volante en la parte superior, aportando fuerza y personalidad. El escote asimétrico añadía un toque moderno y sofisticado, y la falda, de bambula de seda y algodón combinada con crepe de seda, era ligera y fluida, formando varias capas de distintos tejidos que caían en asimetría, aportando movimiento y delicadeza.
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El ramo, diseñador por Déborah de HyD foto y flor, fue una de las elecciones más personales y difíciles de la novia que quería llevar algo que la definiera, que hablara de ella, algo conocido y algo nuevo. Por ello se decantó por falsa pimienta, helleborus y sobre todo por la esparraguera, una planta que siempre le había gustado por su forma delicada pero a la vez silvestre y que combinaba a la perfección con la elegancia discreta del vestido. “Los toques de color los aportaban el helleborus, con sus tonos intensos y profundos, y la falsa pimienta, con sus colores rosados, que ponía la nota alegre y festiva. Ambos contrastaban con el verde suave de la esparraguera. El helleborus representa la paz, la serenidad y la tranquilidad dentro de la rebeldía de la esparraguera y la falsa pimienta”, aclara Mónica. Para completar el look: un complemento muy especial, el abanico que realizó la tía de la novia en encaje de bolillos, más de 70 horas de trabajo.
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El novio por su parte, llevó un chaqué azul marino en tejido de espiga confeccionado a medida por Sastrería Julián Muñoz y una camisa con mucha personalidad inspirada en los cuellos de los años 30, un regalo muy especial ya que estaba confeccionada en Repunte, la fábrica de camisería a medida de Consuegra, donde trabaja la novia.
Detalles con corazón y una celebración sin guion
La novia quiso tener un gesto especial con sus invitadas y diseñó unos neceseres cuidados al detalle: “Diseñamos un tejido con los motivos y colores de la invitación y regalé a mis invitadas un neceser que confeccioné para que siempre que les acompañé, recuerden un día tan maravilloso.» Un regalo pensado con cariño que capturaba la esencia estética de la boda.