La boda en Valencia de Gala y Guille
Si algo tienen en común todas las bodas, por muy planificadas que estén, es que siempre hay espacio para los imprevistos. Cambios de última hora, detalles que no llegan a tiempo o decisiones que se toman contrarreloj: la clave está en cómo los novios afrontan esos momentos. Es el caso de Gala y Guille, que tras tener que buscar otro emplazamiento para la celebración a dos semanas de la boda, consiguieron festejar su amor como siempre habían soñado. “El lugar inicial de la celebración de nuestra boda era la Finca la Fredad, en Denia. Una finca familiar preciosa, con una torre central del siglo XIX y un pinar mediterráneo a su alrededor en la que nos hacía muchísima ilusión casarnos”, cuentan los protagonistas de esta historia. “Sin embargo, a dos semanas de nuestra boda recibimos la noticia de que se había dictado una orden de cierre temporal frente a la finca y no iba a poder celebrarse ahí. La vida siempre puede sorprendernos, e incluso a veces puede llegar a complicarse un poco. Eran muchas las limitaciones y con el poco tiempo que nos dejaba la situación, había que inventar un plan nuevo para nuestra boda. Después de algunas lágrimas, muchas búsquedas y llamadas, conseguimos dar con el Huerto Ribera, un huerto familiar de naranjas que regenta Teresa, nuestro ángel de la guarda. Desde que contactamos con ella Teresa se mostró siempre super amable y abierta a dar con una solución, nuestra boda iba a seguir celebrándose”, explican.
Pasaron por el altar el pasado 28 de junio y, finalmente, lo pudieron celebrar en El Huerto Ribera. “Es una finca preciosa y cuidada al detalle en la que se celebran diferentes eventos y talleres. Nuestro principal reto era que en esta finca nunca se había celebrado una boda de las características de la nuestra, los espacios no habían albergado tanta gente a la vez y había limitaciones para poder sentar a todos los invitados en un mismo lugar. En tiempo récord y con la ayuda de todos nuestros proveedores, en especial de Etre Studio y de Cocotte, convertimos el aparcamiento en un salón de comidas, la fachada en la plaza del pueblo y los alrededores del huerto en el enclave de nuestro cocktail. Ahora este huerto ya forma parte de nuestra historia, un lugar muy especial que fue casa cuando lo necesitábamos y nos acogió sin medidas”, añaden.
Momentos de Una Vida