Si hay una prenda imperecedera en el armario de primavera-verano, esa es la camisa Oxford. Este verano está por todas partes, y con razón. Todos los años voy rotando cinco camisas Oxford (llamadme exagerada), cada una en distintos tonos de azul, algunas lisas, otras a rayas, pero todas ellas esenciales. Tanto si la llevo con un pantalón pijamero, desabrochada sobre unos vaqueros anchos o metida por dentro de una falda plisada, creo firmemente que la camisa Oxford siempre aporta la cantidad justa de cool.
Ya ponga rumbo a las húmedas selvas tropicales de Colombia, las ventosas playas del Cantábrico o las calas rocosas de las Calanques de Marsella, una Oxford oversize siempre es prioridad en la maleta. Mi favorita tiene un tono azul empolvado atravesado por la perfecta raya diplomática, una combinación que grita verano. Sirve para cubrirse en las noches más frescas, improvisar un vestido playero o poner el contrapunto perfecto a shorts, minifaldas y prendas deportivas, como mis ultrausados pantalones cortos de Adidas.
Parte del atractivo de la camisa Oxford reside en su confección. El tejido más grueso le confiere la suficiente robustez y estructura como para no arrugarse –una ventaja absoluta cuando se trata de viajar–, pero a la vez se va suavizando con el uso. «Las camisas Oxford son para toda la vida», dice Pip Durell, fundador de With Nothing Underneath. «Las llevas mil veces, las lavas mil veces y mejoran con el tiempo. Tienen un aire como de prenda heredada, por eso siguen siendo tan populares». Durell lanzó su marca hace siete años para llenar el vacío en el mercado de camisas femeninas bien confeccionadas. Sus colecciones abarcan desde los colores pastel de aires más playeros hasta las clásicas rayas diplomáticas, todo ello con un diseño sencillo pero pulido.
Reservada antiguamente al vestuario pijo, hoy se infiltra en todo tipo de armarios. Las versiones de esta temporada renuevan su silueta: cortes crop y amplios, o cortes clásicos llevados ‘del revés’, en capas superpuestas o salpicadas de detalles metálicos inesperados.
Las pasarelas de primavera-verano 2025 refrendaron una vez más su presencia impertérrita en el armario estival. En Prada, las camisas de algodón, deliberadamente arrugadas y cortas, con bajos y cuellos torcidos, se combinaron con pantalones sastre y medias, en el marco de la elegancia a medio hacer que propuso la marca. Mientras tanto, en Miu Miu, las camisas azules empolvadas se llevaban debajo de tops bandeau y metidas por dentro de shorts a cuadros.