Detrás del proyecto están Martin, Arturo y Antonio, tres amigos vinculados al mundo de la cocina y la enología que se han convertido en socios. “Después de varios años peleando y sufriendo la hostelería, y sobre todo debido a una última y traumática experiencia, decidimos rebelarnos ante demasiadas injusticias y precariedades y dejar todo ese mundo a un lado por un tiempo. En ese tiempo que nos tomamos, debido en su mayoría a problemas de estrés, ansiedad y cansancio, comenzamos a charlar y a curiosear un poco. Sentíamos que era el momento de hacer algo ¡YA! Por suerte nuestra búsqueda no fue larga y en menos de lo que podíamos imaginar estábamos arrancando”, confiesan.
IVAN ARRIBAS
El resultado es un restaurante que recupera el espíritu de las casas de comidas, donde el foco está en ofrecer un buen servicio y garantizar el disfrute del comensal: la sobremesa es sagrada –algo que se está perdiendo en la capital, con la fórmula del doble turno instaurada en la mayoría de restaurantes–. Todo ello, con precios muy competitivos y un producto de primera. “Por encima de todo buscamos calidad y honestidad en el producto que vendemos. Tanto en la comida como en el vino. En nuestra carta de vinos, donde se pueden encontrar productores conocidos y otros que no lo son tanto, jugamos con márgenes muy pequeños para que todo el que venga tenga acceso a disfrutarla. No especulamos y respetamos el trabajo y la agricultura”, aseguran.