La carga mental invisible en el trabajo aumenta antes de las vacaciones. Un experto nos da las claves para frenarla

La neuroergonomía, encargada de rastrear nuestra actividad cerebral mientras ejecutamos un trabajo para medir su carga cognitiva, ha descubierto que, cuando nuestra función ejecutiva está a pleno rendimiento durante un periodo de tiempo prolongado –y cambiando frenéticamente de una tarea a otra–, la productividad mental se degrada y acabamos agotadas. Para no terminar nuestra jornada laboral hechas polvo, podemos usar la técnica del anclaje, que Daniela Constantin utiliza en terapia: “A través de un condicionamiento clásico, asociamos un estímulo físico, como puede ser tocarse el pulgar con el índice, con un estado mental de relajación o paz que hayamos traído al presente”. Se trata de una conexión cuerpo-mente consciente (a través del nervio vago) que se consigue mediante la repetición y que es perfectamente aplicable a los momentos de rumiación. También funciona la autohipnosis: imaginar o recordar durante siete minutos un sitio que nos guste mucho. “Activando todos los sentidos, ayudaremos a sentir las emociones positivas, agradables y motivadoras de ese lugar”, prosigue la hipnoterapeuta especializada en la técnica ericksoniana (con la persona despierta, sin estar en trance). “Olvidamos el problema por un instante, a esto se le llama patrón interruptor”, un paso más allá del clásico cerrar los ojos e inhalar y exhalar.

Cuatro mitos sobre la distracción

Desmontar quimeras modernas relacionadas con la cultura tecnológica, como lo hace Gloria Mark en su libro Cómo recuperar la capacidad de atención, es el primer paso.

ESFUERZO. La idea de la concentración constante sugiere que siempre debemos estar enfocadas para ser productivas. Sin embargo, está demostrado que la atención fluye y refluye de forma natural, tiene ritmos. A lo largo del día no podemos estar focalizadas durante periodos prolongados sin que el rendimiento disminuya.

‘FLOW’. La teoría del flow desarrollada por el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi nos lleva al segundo mito: es poco común realizar actividades digitales y mantener un estado óptimo de atención en el que estemos tan atrapadas que perdamos contacto con el mundo exterior.

INFLUENCIAS. Otro mito es creer que las distracciones, cuando estamos usando un dispositivo tecnológico, se deben únicamente a las notificaciones: nuestros comportamientos digitales están influenciados por factores culturales, sociales…

DESCANSO. Somos más felices cuando utilizamos nuestra atención para realizar tareas fáciles y que no sean desafiantes ni estresantes. Dejar que nuestra mente divague mientras tomamos descansos nos ayuda a reponer nuestros recursos cognitivos.

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