Siempre femenina, inesperadamente sexy: la enagua a la vista, inspirada en la que escondían nuestras abuelas, es tendencia en 2024
Mientras los editores analizábamos las minifaldas y faldas de tubo presentes en las pasarelas, la moda de street style de estas últimas semanas de la moda (y de algunas celebrities como Victoria Beckham) llamaba la atención por una prenda que solía llevarse oculta y que en el imaginario común se considera «anticuada». Me refiero a la enagua. Este faldón interior ligero, en materiales como el encaje, el algodón o la seda, se usaba tradicionalmente debajo de la falda para dar volumen o evitar transparencias. Pero lo nuevo, que es tendencia en otoño-invierno 2024, es lucirla.
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Nuestras abuelas lo saben bien: no había cómoda que no guardase al menos una, como complemento pudoroso de alguna falda sin forro o para facilitar el deslizamiento, evitando que la tela se pegase demasiado a las piernas al andar. Tenía su utilidad e incluso su lado elegante.
Considerada hoy como una prenda ‘anticuada’ y ‘pasada de moda’, la moda de lujo la ha redescubierto por partida doble: la enagua se convierte en una falda extrema, reducida a su esencia –revelan lo que antes ocultaba–, o asoma bajo faldas más confeccionadas, creando pícaras superposiciones. El gesto de estilo juega a la sorpresa: una forma de subvertir las faldas más clásicas o de llamar la atención sobre el encaje que asoma por el dobladillo. Lo vimos en el último look de Victoria Beckham: de su falda midi de raya diplomática sobresalía una enagua de encaje negro.
Si nos fijamos en el último desfile de Saint Laurent, descubrimos que la tendencia, tímidamente apuntada en el street style, explosionará en las colecciones primavera-verano 2025. Junto a los trajes de chaqueta para el día, Anthony Vaccarello propuso minifaldas drapeadas sobre combinaciones de encaje.
Pero si creíamos que esta era la manera más libre –y, si queremos, sexy– de llevar la enagua, hay quien se ha atrevido a llevarla tal cual, en lugar de una falda propiamente dicha. Pese a su transparencia –o precisamente por ella– se convierte en el elemento central del look: llevada sola, reposa directamente sobre las medias o se coloca bajo una prenda ancha y larga que cubra lo justo. La enagua a la vista ensalza el cuerpo femenino, muestra una feminidad atrevida con cierto regusto retro, siempre en materiales etéreos –encaje, algodón, seda– que se deslizan delicadamente sobre la piel.
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Para las amantes del volumen, la falda de tul es la versión más extrema de la enagua. Basta con pensar en las mujeres de la época victoriana, con sus vestidos largos e imponentes, más imponentes todavía gracias a esos cancanes de volantes de tul colocados para aumentar el diámetro de la falda. En nuestros días, la tendencia balletcore devolvió recientemente los tutús a nuestros armarios, y antes de eso Carrie Bradshaw y Sexo en Nueva York. La enagua es un ejemplo más de cómo la lencería, símbolo absoluto de feminidad clásica, se atreve hoy a salir fuera para crear estilismos actuales y llenos de carácter que parecen gritar: “Ya no vamos a escondernos más”.
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La selección de enaguas de ‘Vogue’:
Este artículo se publicó originalmente en Vogue.it