En los últimos años, Chanel vintage, Versace y John Galliano han sido opciones muy populares en la alfombra roja, pero ¿y Christian Lacroix? Eso es lo que todos nos preguntamos cuando la semana pasada Rihanna cerró la alfombra roja de los Fashion Awards de Londres con un minivestido verde azulado de la colección de alta costura otoño-invierno 2002 del diseñador, que combinó con un sombrero a juego de proporciones gigantescas.
No obstante, si has estado atenta sabrás que el resurgimiento de Lacroix ha estado latente desde hace algún tiempo. El mes pasado, Jennifer Lawrence lució un vestido negro palabra de honor de la colección otoño-invierno 2006 en el estreno de Bread & Roses en Los Ángeles, y en enero, con motivo de los Producers Guild Awards, Brie Larson hizo lo propio con otro vestido palabra de honor, naranja, con cola de sirena y un lazo enorme de la colección otoño-invierno 2004 de la firma. De hecho, la tendencia se remonta hasta 2022, cuando Kirsten Dunst llevó a los Oscar un vestido de tul rosa intenso de la colección otoño-invierno de 2002. Un año después, Adut Akech acudió a la Met Gala con un vestido de volantes verde esmeralda de otoño-invierno de 2003.
En muchos aspectos, Lacroix es la elección perfecta para la alfombra roja, con sus opulentos y adornadísimos vestidos, el punto medio perfecto entre el romanticismo y el barroquismo. «Lacroix concibe el color y el volumen de un modo muy especial, siempre alegre y estimulante», explica Cherie Balch, fundadora de Shrimpton Couture, la tienda vintage donde Lawrence, Larson y Akech se hicieron con sus respectivos vestidos. «En su trabajo mezcla referencias históricas con una fantasía abrumadora e inaudita, dando lugar a momentos inolvidables en la alfombra roja».
Con todo, a menudo se pasa por alto el enorme impacto de Lacroix en la moda: «La alta costura francesa le debe mucho», reflexiona Rita Watnick, propietaria de la boutique vintage de Los Ángeles Lily et Cie, donde Kirsten Dunst compró el vestido que llevó a los Oscar. Para Galliano, por ejemplo, ha sido una gran influencia: «Sus grandes creaciones para Dior tienen mucho de Lacroix. Incluso su prêt-à-porter se inspira en la magistral mezcla de estampados y adornos del diseñador, y en su combinación de lo extraordinario con lo mundano».
Entonces, ¿por qué hasta hace tan poco los diseños de Lacroix brillaban por su ausencia en la alfombra roja? «No es por falta de interés, sino porque la alta costura de Lacroix es muy difícil de encontrar«, explica Jefferson Ihenacho, fundador de One of a Kind Archive, que consiguió el corsé de mariposa adornado a mano de la primavera-verano de 1996 que lució Mona Patel en los Fashion Awards la semana pasada. «Acceder a sus archivos es casi imposible, y rara vez prestan sus piezas. Además, muchos clientes originales de alta costura conservan sus prendas, por lo que en el mercado apenas las hay disponibles».
Pero eso no quiere decir que no haya vestidos de Lacroix esperando su momento de gloria. A Ihenacho, por ejemplo, le encantaría ver en la alfombra roja los etéreos looks embellecidos del diseñador de la primavera-verano de 1998, mientras que Balch le ha echado el ojo al teatral vestido amarillo y rosa de la primavera-verano de 2008. Luego están los diseños de Lacroix para Patou de los años 80, incluido un vestido de novia de la primavera-verano de 1986, que Watnick espera que tenga la ocasión de brillar.
Con la temporada de premios a la vuelta de la esquina, es de esperar que el diseñador francés siga apareciendo en la alfombra roja en los próximos meses. Después de todo, parafraseando a Eddie Monsoon, de Ab Fab, ¿hay algo mejor que poder decir “¡Es un Lacroix, querida!”?